¡Otra persona codiciando la "belleza" de Gabriel!El rostro de Mariana se ensombreció inmediatamente, sus puños apretados.Sabía que alguien como Gabriel nunca carecería de pretendientes.Durante sus años escolares, el escritorio de Gabriel siempre estaba lleno de cartas de amor, y dondequiera que fuera, siempre había alguien declarándose.Al principio, Mariana se sentía muy amenazada.Pero después de ver tantos rechazos, se volvió más indiferente.Si alguien tan excepcional como ella no lograba conmover el corazón de Gabriel,las otras chicas que no estaban a su nivel no merecían su tiempo, celos ni atención.Mariana admiraba la fortaleza.En sus veintiséis años de vida, Gabriel siempre ocupó el primer lugar.No se casaría con nadie más que él.Había intentado saltarse cursos para ser compañera de clase de Gabriel, pero apenas pasó los exámenes de nivelación, él ya se había ido.Mariana nunca podía alcanzar sus pasos.Solo podía admirarlo desde lejos.Gracias a las relaciones entre lo
—Disculpa —se excusó Ana instintivamente.Gabriel no respondió, con su respiración completamente envuelta en el suave aroma que emanaba de Ana.Su mirada se oscureció, luego bajó los párpados, reprimiendo todas las emociones que surgían.Este gesto íntimo entre ambos enfureció a Giana.La ira distorsionó sus facciones, sus uñas se clavaron en su palma sin que sintiera dolor.—¡Ana! ¿Qué haces tú aquí? —exigió saber Giana.Ana casi pone los ojos en blanco con fastidio.—¿No debería preguntarte yo eso? Nosotros estamos comiendo aquí, ¿qué haces tú parada afuera? No sabía que la señorita Montoya tenía el hábito de espiar conversaciones ajenas.Esta última frase quebró por completo las defensas de Giana.Miró a Ana con furia.Los rumores que había recibido no mencionaban que Gabriel estuviera acompañado por otra mujer.La última vez, cuando se declaró fuera del baño, escuchó a Gabriel admitir que tenía novia, e incluso lo vio abrazando a alguien.En su estado de embriaguez, Giana no pudo d
Ana y Mariana se encontraron cara a cara.El rostro de esta última mostraba una expresión terrible, y en su mirada brillaba una evidente hostilidad.—Mariana, ¿qué haces aquí? —preguntó Tadeo sorprendido.Al ver el rostro inocente y apuesto del joven, Mariana sintió una inexplicable irritación.Suprimió esta sensación y respondió con tono frío:—Aproveché para comer con Paula y los demás.Luego preguntó:—Te llamé por teléfono, ¿por qué no contestaste?Mariana no se atrevía a cuestionar a Gabriel.Temía que cualquier movimiento en falso pudiera provocar el disgusto de él.Al menos hasta ahora, ella era la primera mujer que había podido permanecer tanto tiempo cerca de Gabriel.Aunque Gabriel no respondiera sus mensajes, tampoco la había eliminado.¿Qué significaba esto?Significaba que ella, Mariana, todavía ocupaba un lugar en el corazón de Gabriel.Tras este autoconvencimiento, su ceño fruncido finalmente se relajó.—¿Me llamaste? —Tadeo sonaba realmente sorprendido.Sacó su teléfono
Mariana dio un paso adelante.—Gabriel...—Señorita Vargas, ¿acaso tenemos ese nivel de confianza? —respondió Gabriel.A diferencia de antes, esta vez Mariana pudo percibir impaciencia en su voz.Su rostro palideció al instante.—Gabriel, nos conocemos desde hace tanto tiempo, ¿podrías no ser así?Si calculaba con precisión, Mariana se había fijado en él desde la secundaria, cuando apenas descubría el amor.Desde entonces, había decidido que algún día se casaría con Gabriel y se convertiría en la distinguida señora Urquiza.Siendo tan joven entonces, compartió esta idea con su familia, quienes inicialmente la apoyaron.Pero luego, por alguna razón, comenzaron a persuadirla para que desistiera.Le decían que había tantos buenos hombres en el mundo, ¿por qué obsesionarse únicamente con Gabriel?Incluso le presentaron a Mateo.Pero en ese momento, ambos tenían a otras personas en sus corazones, y tácitamente evitaron hablar de relaciones.Durante ese tiempo, apenas mantuvieron contacto.N
—¡Nunca salieron! ¡Definitivamente nunca fueron pareja!—¡Gabriel ni siquiera le presta atención a Mariana!Temiendo que Ana malinterpretara, Tadeo agitó las manos repetidamente, explicando con entusiasmo.Apenas había visto a Mariana y Gabriel a solas.La última vez fue hace tres o cuatro años.Durante el Año Nuevo, cuando los Vargas fueron a visitar a los Urquiza, y Gabriel justo había regresado al país.Durante todo el encuentro, Mariana se mostró muy entusiasta, pero Gabriel mantuvo una actitud distante de principio a fin.Nunca le dio oportunidad de estar a solas.Rechazaba sus insinuaciones de manera directa y rotunda.Para Tadeo, Gabriel era su modelo a seguir.¡Definitivamente no podía aprender de su hermano Jorge!Jorge era amable con todas las chicas, pasaba por un jardín de flores sin que ningún pétalo lo tocara.Jorge era un mujeriego.—Ana, puedes dudar de cualquiera, ¡pero en Gabriel debes confiar! Es un hombre bueno, único en su especie...Tadeo comenzó a elogiarlo desme
Pero este hombre era Gabriel...Ana miró fijamente sus ojos, y él no esquivó la mirada, sin mostrar rastro alguno de mentira.La última pizca de inquietud que quedaba en el corazón de Ana se disipó al instante.Gabriel se incorporó y abrió caballerosamente la puerta del coche.—Señorita Vargas, hace frío afuera, ¿hablamos dentro del coche?El asiento trasero era espacioso. Gabriel se sentó frente a ella, con sus largas piernas flexionadas y una delgada laptop sobre sus rodillas.Se frotó el puente de la nariz y volvió a ponerse las gafas.El tenue resplandor azul de la pantalla hacía difícil ver sus ojos.Por un momento, en el interior del coche solo se escuchaban sus respiraciones y el sonido de Gabriel tecleando.La mirada de Ana inconscientemente se posó sobre él.En su mente surgieron todo tipo de pensamientos extraños, incluso aquellos momentos vergonzosos que siempre había querido olvidar.Al darse cuenta, apartó rápidamente la vista, sofocando por completo cualquier pensamiento
La voz profunda, sin rastro de emoción alguna.La mirada de Gabriel se posó en el exterior.Siguiendo su línea de visión, un Maybach negro estaba estacionado no muy lejos de ellos.La matrícula especial revelaba el elevado estatus de la persona en su interior.Era el que Mateo solía conducir.Ana retiró la mirada con indiferencia, sin mostrar interés ni curiosidad sobre por qué estaría allí a esa hora.Dentro del Maybach.Paula y Mateo estaban sentados uno junto al otro.Mariana y Selina ya no estaban; se habían separado después de salir del restaurante.Paula se frotó los ojos soñolienta, pero al abrirlos y ver que no estaban en la mansión, su somnolencia desapareció de inmediato.—Mateo, ¿qué hacemos aquí? Mamá nos pidió que volviéramos temprano...Paula observaba el rostro frío de su hermano, incapaz de descifrar sus pensamientos.La mirada de Mateo permanecía fija en el edificio frente a ellos.Sus ojos profundos y sombríos.Fernando le había dicho que Ana vivía ahí ahora.Si no re
No era una foto preparada de antemano, realmente había llegado a casa.Ana no pudo evitar quedarse momentáneamente aturdida.Antes había tenido una clienta. El esposo de ella parecía ser un buen hombre en todo aspecto. Tenían una relación a distancia, hablaban todos los días, y después de dos años de noviazgo, seguían como si estuvieran en la etapa inicial del enamoramiento.Luego, la investigación reveló que él hablaba con su novia todos los días, pero contrataba a diferentes personas para chatear por él, mientras él andaba conquistando a otras. En cuanto a los informes y videollamadas, tenía material pregrabado. Grababa durante un día, y le servía para casi uno o dos meses.De no ser porque una chica apareció buscándolo, la clienta habría seguido engañada. Afortunadamente, evitó el daño antes de casarse.—¿Estás dormida? —sonó el mensaje de Gabriel.El sonido del teléfono trajo a Ana de vuelta a la realidad.Bajó la mirada para escribir.—Todavía no.Pensó un momento y añadió otra lí