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Humm, qué buen olor, me hace salivar la boca y algo dentro de mí da una señal de vida. Al sentir este olor abro los ojos y mi estómago se contorsiona haciéndome sentir dolor y un enorme ronquido sale de él.

 - Parece que alguien aquí lleva mucho tiempo sin comer - habla con una sonrisa casi invisible en los labios.

Sostiene una bandeja con una increíble diversidad de alimentos y yo intento con todas mis fuerzas no saltar de la cama y atacar la bandeja. Al observarlo veo que está muy bien vestido con un traje social, una camisa azul bebé con las mangas dobladas hasta el antebrazo, unos pantalones sociales negros que marcan sus muslos dejándolos bien expuestos, los admiro por un rato. ¿Cómo puede este hombre ser aún más guapo?

- ¿Te gusta lo que ves?

Siento cómo se me calientan las mejillas y él suelta una risita, todo presumido. ¡Confiado!

- ¡He visto cosas mejores! - Intento disimular mi vergüenza.

- Eso duele - parece triste.

- ¡La verdad duele! - Le miro a los ojos y le hago un pequeño guiño.

- ¡Chica desagradecida! Me he pasado casi toda la mañana preparando este café para nosotros, ¡y así me lo agradeces! - hace una cara de irritación.

Creo que vergüenza ya no es la palabra adecuada para describirme, si antes sólo sentía que mis mejillas se calentaban ahora están más que calientes. Cómo pude confundirme así, aquí estoy pensando que es todo un engreído porque es un pedazo de m****a, cuando sólo se refería a la comida que, según él, tardó casi toda la mañana en estar lista.

-Es... es... yo... es... perdón la comida tiene una pinta deliciosa- intento sonreír, pero mi vergüenza no me lo permite.

No contesta nada pero se acerca a la cama y se sienta en ella, me enderezo mejor y cuando me mira veo que estoy vestida con una camisola de seda azul con escote cuadrado. ¿Cómo me lo puse?

-Yo te vestí.

¿Por qué esta cama no abre un agujero para que me esconda?

- Sí, bueno, ¿protegido?

-Vamos a comer -coloca la bandeja entre los dos.

Al meterme el primer trozo de pan y queso en la boca no puedo evitarlo, un gemido de placer se me escapa de la boca haciendo que mi acompañante dé una sonrisa de lado. ¿Qué les pasa a estos hombres? ¿Por qué todos me sonríen de lado? Sólo les puede gustar verme babeando. Es tan hermoso y con esa sonrisa me atrevo a decir que es perfecto. Creo que ya es hora de que sepa tu nombre.

-¿Cómo te llamas? -pregunto, sin atreverme a encararlo.

- Nicollas, y tú Lina, ¿verdad? - Nicollas me dedica otra sonrisa de lado y yo le correspondo distraídamente.

- ¡ É! - Levanto la ceja derecha - ¿Cómo lo has sabido?

-Eres famosa.

-Así que la fama del falso omega ya ha llegado a tus oídos - bajo la mirada.

- Cuando te conocí te convertiste en una perfecta luna suprema.

-¿Suprema luna? - ensancho los ojos - Imposible, soy un omega cualquiera.

- Métetelo en la cabeza, no somos OMEGAS - grita Luna muy nerviosa de que siga pensando que somos Omegas.

-Deberías escuchar más a tu lobo.

-¿La has oído? - Pregunto con curiosidad, no puedo creerlo.

-Sí -muerde una manzana- y su voz es hermosa.

-¿Cómo?

-Soy su compañero.

-Ya lo sé - cruzó los brazos a la altura del pecho - Pero eso no lo explica.

-Tenemos la mitad del vínculo de pareja porque te acepté.

-¿Y por qué no escucho a tu lobo? - Le miro con cara de desconfianza.

-¡Hola, soy Ryan! - Oigo una voz profunda, ronca, espeluznante y maravillosa de escuchar.

-¿Quién es?

-Su compañero, ¿quién más podría ser?

-¿Eres el lobo de Nicollas? - lo miro asombrada - ¡Mi santa luna! - me llevo la mano a la boca - ¡También puedo oír a tu lobo Nicollas! - como que salto en la cama hacia él y lo miro a los ojos sonriendo como un niño cuando recibe un juguete nuevo, me arrepiento al mismo tiempo y vuelvo a donde estaba, porque la vergüenza golpea mis mejillas.

-Estás muy guapa con las mejillas rojas -pasa su mano por mi mejilla derecha-.

Le miro a los ojos y por un momento me imagino siendo feliz con él, corriendo por el bosque, cazando comida para nuestros lobos y cuidando de nuestros pequeños cachorros. Sacudo la cabeza para sacar estos pensamientos de mi cabeza y volver a la realidad.

-Bueno, cuéntame algo sobre ti - cojo una fresa de la bandeja.

- ¡Bien! - se limpia la boca -Bueno mi nombre es Nicollas Hunter, soy el alfa supremo de las manadas del norte y del este, que en total son diez, soy el más temido entre todos, tengo veinticinco años y no tengo a nadie de familia, o al menos no antes...

-¿Antes de qué? - mi curiosidad a veces me da miedo.

-Antes de conocer a mi compañera- alisa mi pelo y estoy seguro de que de nuevo me puse rojo - Ahora háblame de ti.

-Soy parte de la manada Luna Nueva que se encuentra en el norte de tu territorio, me conocen como omega fajuta, pero acabo de descubrir que soy lobo y el supremo por lo que parece, no tengo familia porque la perdí cuando tenía nueve años y con diez me mudé a tu territorio donde luché mucho hasta que conseguí un techo para vivir.

-Vaya, ¿por qué tengo la sensación de que aún no me lo has contado todo?

-Tenemos tiempo.

-¿Por qué te pusiste así cuando maté a una de esas bestias?

-No sé, sólo sentí una sensación de pérdida como si me hubieran quitado a alguien importante.

-¡No! Pero lo investigaremos -me besa la frente.

-Ann... ¿Por qué dices que sólo tenemos la mitad del enlace de los compañeros?

-Porque sólo tendremos el vínculo pleno cuando nos relacionemos físicamente para concretar nuestra asociación.

-De acuerdo. De acuerdo.

-Tranquila, no te obligaré a hacer nada que no quieras - dice levantándose de la cama y saliendo de la habitación con la bandeja en las manos.

Me levanto de la cama y me dirijo a la puerta del baño, entro en él y me dirijo hacia el armario empotrado en el lavabo con un espejo rectangular en la pared del lavabo. Abro el armario y saco un cepillo de dientes sellado, me pongo la pasta y me cepillo los dientes, luego me dirijo a la cabina de ducha donde se encuentra una bañera y una ducha. Me quito la camisa y abro la ducha, el agua está caliente, su contacto con mi piel es relajante.

Después de unos largos minutos salgo del baño y me dirijo al armario de Nicollas, cojo una toalla y me seco, luego cojo el más pequeño de sus calzoncillos y me lo pongo, después cojo una de sus camisas y me visto, se queda en mis muslos.

Vaya, Nicollas es muy alto.

Para completar el look, cojo una de sus corbatas negras y me la pongo al cuello. Con pasos vacilantes salgo de la habitación y recorro un largo pasillo, al final me encuentro con una enorme sala de paredes grises, en su interior hay dos grandes sofás negros, un enorme televisor, un armario lleno de libros, me pican los dedos con ganas de cogerlos, pero me contengo, una pequeña mesa en el centro y una puerta entre abierta. Voy hacia la puerta y veo que es la salida de la casa. Lo atravieso y camino por el rollo, hay un columpio de unas tres plazas pegado al techo, no me sostengo y voy hacia él y me siento.

¡Piedad! Por cierto, duermo mucho porque el sol ya se está poniendo. Sin nada que hacer me limito a observarlo, el color rosado que adopta el cielo es asombroso, las nubes desmoronándose y dando lugar a unas estrellas me da la sensación de que un día todo pasará, tanto las cosas buenas como sobre todo las malas.

Disperso en pensamientos, los dejo cuando escucho el sonido de hojas secas siendo pisadas y rápidamente miro en esa dirección, no puedo ver claramente por la oscuridad pero puedo ver sus ojos que son de color rojo sangre.

Con todo el valor del mundo me bajo del columpio e intento salir del rollo, lo intento de verdad, porque cuando abro la puerta aparece Nicollas sujetando varias bolsas, miro detrás de él y veo al ser de ojos rojos alejándose. Nicollas me sonríe y yo le correspondo y entramos en la casa.

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