La depredadora de ancianos

Te tocas tu vientre plano y sonríes mirándote en el espejo de tu pequeña habitación en la casa rodante. Llevas la chaqueta de John. Sólo su chaqueta... y tu cuerpo desnudo está en llamas.

Volviste a soñar con él y tuviste que masturbarte dos veces antes de levantarte de la cama y desayunar. Te duchaste y cuando te ibas a vestir, viste su chaqueta sobre una silla. No pudiste resistir la tentación. Dejaste caer la toalla y seguiste tu deseo salvaje. Ya no tiene su calor, pero tiene su olor, y quieres envolverte en él por el resto de tu vida.

Pólvora. Cuero. Él.

Tus muslos tiemblan. Te estás empapando otra vez. El hambre vuelve y tus manos se aprietan contra tu vientre vacío.

La vista te emociona. Te ves diminuto con su ropa (casi te traga entera) y él es muy grande. Crees que su tamaño debería ser proporcional.

Miras la revista vieja que está en la mesa de al lado y tarareas. El artículo sobre embarazo, ovulación y ciclos de fertilidad te hace un guiño desde la página. Has leído sobr
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