"El cantante" (II)

Negué con la cabeza.

Siguió caminando y yo lo seguí. Caminamos por toda la longitud del Cáliz Efervescente afuera, hasta que llegamos a la parte trasera del lugar. Tenía una bombilla amarillenta y tenue que iluminaba dos motocicletas y un automóvil popular.

- ¿Cuál es la suya? – pregunté curiosa al ver la moto roja y negra.

- El negro.

El negro era más grande, más robusto y más alto.

- Nunca he estado en una motocicleta... en toda mi vida. - Confesé, aprensivo.

Sacó la llave de su bolsillo y se subió a la bicicleta, dándole la vuelta, pateándola con el pie y haciendo un sonido ensordecedor mientras sonreía en mi dirección. Me tapé los oídos con las manos, atónita.

Charles extendió su mano hacia mí:

- Prometo tener cuidado... Y asegurarme de que no te caigas. Aparte de eso, no tendré piedad de ti, pequeña niña.

Podría haber dicho que no. Ni siquiera sabía adónde me llevaría. ¿Subirse a esa cosa aterradora y peligrosa que hacía un sonido horrible?

Pero en lugar de negarlo, tomé su mano
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