Capítulo 0230
La última luz del cielo desapareció detrás de las cortinas, sumiendo la habitación en una penumbra grisácea.

Los días de invierno eran cortos, apenas pasadas las cinco y media, ya casi no se podía vislumbrar la luz del día.

Cira yacía exhausta en la cama, tan cansada que hasta respirar le resultaba pesado.

Todavía tenía un ligero rubor en las esquinas de sus ojos, sus pestañas húmedas por lágrimas no secas.

Morgan levantó la mano para alisar su entrecejo. Cira estaba tan agotada que, aunque sentía su toque, no quería moverse.

Morgan la dejó dormir y se fue a la ventana a fumar con su cajetilla de cigarrillos y encendedor.

Hacía mucho que no sentía algo así, incluso más fascinante que la satisfacción de firmar contratos de miles de millones.

Quizás era por Cira, esta mujer que, desde que dejó su trabajo, se volvió muy aguda, evitándolo como si fuera veneno, sin mostrarle ninguna cercanía, despertando así su deseo de conquista.

Quería verla derrotada, sometida, llorando impotente en sus
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