Capítulo 0190
El humidificador en la habitación rocía finas gotas de agua, impregnando el aire con un sutil aroma a naranja.

La mujer en la cama ya estaba sumida en un sueño profundo, acurrucada en las sábanas blancas, pareciendo una delicada y hermosa flor de diente de león sin apoyo alguno.

Gerardo se sentó en el borde de la cama, apartó las mantas sin preocuparse de despertarla.

No mostró ninguna reserva, como si esta intimidad fuera completamente natural entre ellos.

Cira, que temía el frío, llevaba un pijama de algodón de manga larga y pantalón largo. Gerardo escaneó todo su cuerpo, asegurándose de que no hubiera heridas, luego tomó su mano.

En la palma de su mano había una gran tirita, Gerardo utilizó la yema del pulgar para rozar suavemente el borde de la tirita.

Después de un rato, volvió a colocar la mano de Cira y arregló las mantas.

La llamó suavemente: —Cira.

Gerardo no se quedó mucho tiempo en la habitación de Cira, alrededor de diez minutos, cerró la puerta de 1702 y se fue.

Presionó e
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