118. Caos

Benjamin

Mientras me encontraba en medio de otra reunión en la sede de la manada, mi corazón estaba dividido entre el deber de proteger a todos y el deseo de estar al lado de Ravenna y Rubí en el hospital. Ya hacía una semana que Rubí había sido internada, y Ravenna se negaba a dejar a nuestra hija sola ni por un momento.

Cada vez que tenía un instante libre entre una reunión y otra, corría al hospital para estar con ellas. Ver a mi pequeña Rubí, aún tan frágil, luchando por su salud, era una tortura. Y Ravenna, siempre fuerte y decidida, permanecía a su lado, sin dejarla sola ni un segundo.

Sin embargo, ese día comenzó diferente. Después de pasar toda la noche sentado en la sala de espera, esperando que mi Luna me diera más noticias sobre nuestra pequeña, salí para otra reunión. El clima frío y húmedo me hizo sentir un mal presentimiento. Caminé tratando de captar cualquier señal que la Madre Tierra intentara darme, pero mis sentidos no lograban identificar qué podía estar ocurriendo
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