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CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO

—Lo siento—digo cuando estamos en nuestra habitación.

—Entiendo que se diviertan un poco mientras entrenan para reducir la tensión y hacerlo más interesante, pero hay que entender que a veces esa tensión es buena. Si puedes manejarte en una situación tensa mientras entrenas, serás increíble durante una pelea real—dice, saliendo del baño con una toalla.

—Está bien. Perdóname por no pensar así.

—Todo está perdonado. No estoy enojado contigo. Quítate la ropa.

—Gracias por la toalla—digo y trato de quitarle la toalla, pero se niega a dármela.

—Quítate la ropa. Yo mismo te secaré.

—No soy un niño. Puedo secarme solo.

—No dije que eres un niño. Solo quiero hacerlo.

Pienso en discutir con él, pero decido no hacerlo. Lo ha visto todo, así que no hay necesidad de sentirme tímida frente a él.

Mientras me quito la ropa, huelo la excitación de Theo. Entonces siento lo excitado que está cuando su pene presiona contra mi espalda. Me alejo de él para quitarme la ropa. Siento su polla dura contra mi
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