No dejo de mirarla ni un instante. La manera en la que camina hacia el estrado con su mentón en alto, su aura maligna y al mismo tiempo envolvente, te hechiza aun cuando no pretende hacerlo, se roba por completo tu aliento, aun cuando intentas controlarte y serle indiferente.

Hace el juramento de no mentir y nuestras miradas se cruzan antes de que se siente en su lugar correspondiente. Me enderezo y esta vez no tengo que actuar el haber caído por ella, porque es así.

—Comencé de infiltrada. —empieza a hablar —. Tenía por nombre: Carol Bromosa, quien sí tenemos cien por ciento comprobado que es la hija del Glavar’ de Rusia y que es parte de ella. Mi misión consistía en recoger las pruebas que incriminaban a Ecain Akerson como parte de negocios ilícitos, tráfico de armas, de mujeres, niños, todo tipo de drogas, estupefacientes, diamantes, entre otras cosas.

—¿Lo lograste? —pregunta el juez y ella lo mira fijamente.

—No, porque no formaba parte de la mayoría de esas cosas y lo detallé e