Por Ivana

Los días pasan a prisa, el sábado, vinieron nuestros amigos más íntimos y algunos más que iban a estar invitados a nuestro casamiento.

También estaba Any, a quién le encantaba estar presente cuando nos reuníamos con nuestros amigos.

Es increíble como creció y maduró, es toda una mujercita.

Priscila me preguntó si podía venir su amiga, no tuve inconveniente, eran pruebas de fuego, que tenía que pasar Willy.

Se me estrujaba el corazón de los nervios, quería ver cómo se comportaba antes del matrimonio.

Ya no quería más sorpresas.

-Sos una hija de puta.

Me decía Ludmila, aunque entendía mi posición.

Willy es un mujeriego, sexi y con mucho dinero en su cuenta bancaria, claro que iba a tener que lidiar con unas cuantas locas que se le iban a acercar.

Él tema era él, no las mujeres.

Quizás por eso, le ofrecí hacer separación de bienes, primero, porque no me importaría hacerlo, yo cuento con mi propia empresa y segundo, para dejarle en claro que no me interesa su dinero, sé que lo t