El beso en la cocina

Por ivana

-¡Cómo tardaron!

Dijo, muy celosa, Luana.

-Es qué tu novio quiso cerrar la reja y no podía.

-¿Y vos sí?

Ludmila se mataba de risa.

-Aprendimos a abrir y cerrar esa reja, para poder escaparnos cuando éramos chicas, tiene una trampilla la cerradura.

Dice muy suelta de lengua, Ludmila.

-Dejá de contarle historias, que después aprende demás.

Le digo yo, refiriéndome a mi sobrina.

Brisa ya la había abrazado y llenado de besos.

Es una divina.

Sé que pasa por la casa de mi hermana algunos días, solo para preguntarles a mis sobrinos si necesitan algo.

Lo llamé a mi cuñado para decirle que Any está conmigo, sé que se preocupa.

-No quería que le avises, no le importo.

-Any, ya basta, andá, que Ludmila te cuente otra historia.

-Me encanta cuándo me cuenta sobre el día que Ariel encontró la almohada a lo largo, cubierta por el cubrecama y vos no estabas.

-Cierto, lo había olvidado ¿Dónde habías ido esa noche?

Le pregunté porque no recordaba dónde había ido.

Todos escuchaban, sin poder
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