Tenues rayos de sol lograban filtrarse por encima el denso follaje, el bosque entero parecía danzar al compás de los vientos otoñales que comenzaban a enfriar la temperatura, las hojas de los árboles ya estaban adquiriendo colores más vivos como rojo, naranja y algunas hojas de color café se dejaban caer formando una alfombra en el suelo despidiéndose hasta la próxima estación. Las ardillas se paseaban por la copa de los árboles en busca de nueces y las aves revoloteaban de un lado a otro conformando sus nidos o buscando refugio. 

Micaila admiraba el paisaje como si fuera una niña pequeña llena de curiosidad deteniéndose la mayoría de las veces, siendo cada detalle más fascinante que el anterior, en su vida podía contar con los dedos de las manos las veces en que sus padres la habían llevado a dar un paseo o haber realizado algún viaje de ese tipo