¡El puto pacto!

Sí, literalmente perdí el control. Lo tomé sin importarme nada. Dejé a Val ya todos los demás en la oscuridad. Pero no podía dejarla hacer nada de lo que pudiera arrepentirse más tarde.

La intención era más bien pagar para ver su reacción. Pero no recordaba lo impulsiva e intensa que era. Así que fue un riesgo que tomé. Y ahora no podía dejar que todo saliera mal por mi culpa.

Ella no se quejó. Ella yacía allí, recostada sobre mi hombro, con la cabeza gacha como si nada estuviera pasando. Sabía que estaba borracha porque había contado exactamente cada vaso que tenía. Y me sentí un poco mal si yo era la causa de que bebiera. Pero al mismo tiempo merecía sufrir un poco. Solo un poco, no mucho. El problema es que ella era Julieta... Siempre se daba la vuelta y no dejaba que nada la afectara. Siempre quiso mostrarse fuerte frente a los demás, sin importar lo rota que estuviera por dentro.

La acompañé hasta la puerta y su prima vino detrás de nosotros.

- Nicolás, ¿qué pasó? ¿Ella está bien
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