Salieron al amanecer los guerreros Wulka en busca de Antonio, caminaron alegremente, Ultha hace tiempo que no conversaba, pero escuchar las historias de Andrés lo hacían reír.

Antonio cada mañana se subía a los árboles a vigilar si venía alguien, al ver que no había peligro volvía donde Adhara y se ponía a trabajar en la ruca, a esa altura ya había avanzado en la estructura, la que igualmente cubría con ramas como precaución.

Adhara no se sentía bien, todos los días el mareo y las náuseas se apoderaban de ella, indudablemente estaba embarazada.

En las tardes cuando se sentía mejor, le levantaba a hacer pan que tanto le gustaba a Antonio y se colocaba a tejer, para tener ropa para el bebé.

Al anochecer, Antonio se acostaba cansado, pero igualmente se acordaba de Benjamín y también de Kate en los tiempos en que eran felices y se amaban. Él colocaba cremas en sus pies y recordaba cuando Kate lo hacía para curar sus heridas. Como todas noches abrazaba a su cojín imaginando que era aquella