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12. La Sorpresa de mi Vida

[MIA]

(Horas más tarde)

Entro a la habitación después de un relajante día en la playa y me doy cuenta que él aún no ha llegado. El reloj marca las seis de la tarde y aunque él no esté aquí, me dispongo a ir a ducharme para así comenzar a arreglarme, cuando alguien golpea la puerta que acabo de cerrar. Abro y para mi sorpresa, me encuentro a uno de los botones del hotel con varias bolsas de locales de ropa —señorita Morelli, el señor De Luca le envía esto. — me dice y rápidamente le abro un poco más para que pase y deje las bolsas —también le envía esto. — añade cuando termina y me entrega un pequeño sobre.

—Gracias, si me da un momento le doy la propina. — le pido, pero niega.

—El señor De Luca ya se encargó de eso, disfrute de su noche. — me explica amablemente y se retira dejándome sola.

Lentamente abro el sobre que me envió Izan y al sacar el pequeño papelito que hay dentro sonrió como una tonta.  

“Espero que te guste lo que elegí para ti, una limusina pasara por ti a las ocho. Te amo.”

Aquí voy una vez más suspirando como una tonta gracias a él… Dejo la nota y el sobre sobre la mesa y luego voy a abrir las bolsas que me envió. Al abrir la primera, me encuentro con un hermoso vestido largo de fiesta color blanco con un increíble trabajo de pedrería que hace que se vea tal y como me gustaría que fuera mi vestido de novia, pero obviamente con Izan y no con el imbécil de Santiago… En la segunda bolsa hay unos preciosos zapatos de tacón de Jimmy Choo que hacen juego con el vestido y todavía no puedo creer que hay hecho algo así. Dejo los zapatos y el vestido sobre la cama, y abro la tercera bolsa. En su interior hay dos cajas de felpa color gris y al abrir la primera, veo un impresionando collar de diamantes que brilla con todo su esplendor cuidadosamente lo dejo allí y abro la segunda caja, por si el collar no fuera suficiente, también me dio un brazalete y pendientes haciendo juego. 

En los dos años que llevamos de relación, me regalo muchísimas cosas, pero esto es diferente… es un regalo que por alguna razón siento que significa algo más de lo que está a simple vista. Sin duda él es el hombre que, aunque sea prohibido para mí, es quien me hace feliz de maneras infinitas… nunca nadie entenderá porque nos elegimos cada día sin importarnos absolutamente nada, pero no importa, el amor no fue hecho para ser entendido.

 […]

Frente al espejo, hay una mujer sonriendo que luce increíblemente elegante y feliz a punto de salir de esta habitación para descubrir que sorpresa le tiene preparada su amado y no puedo evitar sentirme tan emocionada como la primera cita que tuvimos después de nuestra primera noche. Tomo mi celular, mi diminuto bolso que hace juego y salgo de la habitación para ir hacia la entrada del hotel donde debe estar esperándome la limusina. 

—Señorita Morelli, bienvenida y buenas noches. — me saluda el chofer cuando llego a donde está esperándome.

—Buenas noches. — respondo y amablemente, él me ayuda a subir a la limusina para después subir él también y comenzar a conducir.

El recorrido por las calles de Miami transcurre en silencio sin que yo sepa donde me está llevando, pero si hay algo que se, es que Izan jamás permitiría que me ocurriera algo. Después de varios minutos, el finalmente estaciona cerca de una playa y no entiendo nada… 

Baja del auto y me ofrece su mano para ayudarme a bajar —siga esas luces. — me pide y al mirar hacia donde está señalando, me doy cuenta que hay faroles de piso color blanco formando un camino hacia la playa.

—Gracias. — respondo y comienzo a caminar hacia allá, tengo toda la intención de quitarme los zapatos al llegar a la arena, pero para mi sorpresa hay un camino hecho de madera que hace que caminar sea fácil. 

—Señorita Morelli. — me dice una mujer cuando hago unos pocos pasos hacia adentro de la playa—permítame sus cosas y tenga esto. — me pide y con un poco de dudas le entrego mi bolso y ella a cambio me da una rosa blanca. —continúe por favor. — añade y sigo caminando.

Los faroles siguen alumbrando el camino y al llegar más cerca de la playa, puedo ver una pérgola color blanca completamente iluminada por muchísimas luces que cuelgas de su techo y de bajo de ella, esta Izan vestido con un esmoquin negro que le queda increíblemente bien. Continúo caminando y al acercarme, veo a otro hombre con una pequeña cajita entre sus manos.

—Bienvenida a nuestra boda belleza mía. — me dice Izan cuando llego frente a él.

—¿Qué es lo que dijiste? — pregunto totalmente confundida.

Él se acerca un poco más a mí y toma mi rostro entre sus fuertes y a la vez delicadas manos —te ves preciosa…— me halaga —esta es nuestra boda mi amor… no es una oficial como yo quisiera, pero te presento a mi mejor amigo, Santino, el hombre con quien supuestamente tenía que hacer negocios. — me explica sonriente —él oficializara esta boda simbólica donde solo quiero dejarte saber que, aunque el mundo entero se oponga a lo nuestro, tu y yo estaremos unidos para siempre, ¿aceptas casarte conmigo esta noche? — me pregunta y con las lágrimas amenazando con salir de mis ojos, asiento.

—Claro que sí. — digo sin dudarlo y lo beso con todas mis fuerzas. 

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