VIII

Sentía que los cuatro meses que Kendall y yo comenzamos a vivir juntos, era solo magia, ambos habíamos aprendido a conocer al otro tan fácilmente.

Recuerdo cuando los cuentos para mí no eran reales, no creía en romeo y Julieta, pero él me hizo creer de nuevo en que había una princesa y un príncipe que vivían felices para siempre.

Aun no entendía como Kendall se adelantaba un paso hacia mí, cualquier cosa que pensaba yo, que él lo conocía de mí, él lo sabía de inmediato.

Me encantaba la forma en la que el y yo nos conectábamos, nos completábamos, era como si nuestro destino era estar juntos.

Yo creía firmemente en el destino, sabia que no era una casualidad en el que Kendall decidiera tropezar conmigo aquel viernes, en el parque.

Ahora ese pequeño lugar en el parque era nuestro lugar, aunque sabia que esa sombra

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