"Todo el mundo necesita una casa para vivir, pero es una familia feliz la que construye un hogar".

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Una vez listos, bajan y Katharine se estremece cuando ve a Berriere todo sonrisas de la mano de Kaua, quien estaba hablando de su pasión por los caballos. Intercambian miradas y Berriere sonriente la saluda.

“Dios está contigo hija mía, veo los efectos que satanás dejado en tus piernas. “Señala las marcas de las escobas que tomó esta mañana. “Estaré orando por ti, amén.

“Amén, amén…” repite nerviosa.

“Bueno, ve allí y despídete de tu madre Kaua. Suelta la mano del chico.

Con gafas de sol, Bronck intenta no reírse de las bromas de Berriere.

“Buen paseo mi hijo. “Intentas besarlo, pero se escapa.

" ¡Adiós! “Aléjate, tomando la mano de Berriere.