Aquella tarde fue la mas lluviosa, algunos de mis compañeros jugaban fútbol entre la lluvia mientras que las mas delicadas se marchaban cubriéndose el maquillaje con sus mochilas.Las escuchaba quejarse y se reprimían lo mucho que odiaban la lluvia.
Elia y yo aprovechamos el clima, y lo ocupamos a nuestro favor para poder quedarnos y esperar al profesor. Nos sentamos en las mesas anaranjadas que se encontraban frente a su aula, donde por primera vez le confesé a Nico mi atracción hacia el profesor.
Pretendimos nos ser tan obvias y nos sentamos en la penúltima hilera ya que en la última la lluvia alcanzaba a mojar. El lugar estaba casi frente a el cuarto de los conserjes, a unos metros de un pequeño jardín que nos separaba de los baños.
Mi corazón buscaba una salida de emergencia, una y otra vez pasaba por mi mente"No es correcto"estos sentimientos me estaban matando,¿porque no podía gustarme uno un chico de mi edad? ¿Porque no podía encontrar a alguien que me hiciera sentir lo mismo que Chirs?Comenzaba a hacer cualquier cosa para poder verle, como olvidar el USB y volverme al salón para estrechar mi mano con la de él. Era un leve cosquilleo el que me hacia despegarme de él rápida y torpemente. Mi mano no podía permanecer sobre la de él mas de dos segundos por miedo a ser descubierta. Podía durar más tiempo bajo el agua atada de pies y manos que sostener su mano.Mi cabeza daba vueltas. Los días lluviosos continuaban y yo
Una alergia al polvo hizo que todos los días llevara un cubre bocas al servicio, y mientras limpiaba observaba desde la ventana a Ricardo. Él era... no lo sé, algo en él llamaba mi atención. Su rostro pálido, siempre reflejaba inocencia, pero su comportamiento delataba lo que en realidad era.Lo que duraba la mañana del día, imaginaba muchas de las cosas que podría hacer con un chico de mi edad¿que tengo que a él no le gusta?pensaba. No es que no me arreglara, porque si que lo hacía, procuraba ir siempre arreglada a la escuela o a cualquier otro lado. Igual no salían de mi boca vulgaridades, trataba de portarme bien donde quiera que fuera.¿A caso era eso? ¿No le gustaban las niñas portadas?Me daba a respetar con los chicos,&iq
El ceño fruncido que en su rostro reflejaba Ricardo, me hizo enderezarme instantáneamente. Se encontraban a lado suyo Elia y Nico, los tres nos miraban atentos a Oscar y a mí. Mis amigos me miraban con un gesto sorpresivo, en especial Nico quien desprendía de su rostro una sonrisa, mientras que el rostro de Ricardo reflejaba seriedad.Me sobresalté al sentir la mano de Oscar sobre la mía, le miré sorprendida¿Quéestabahaciendo?Él me mira atento, pero nadie dice nada.Le vuelvo la mirada a Ricardo que sin siquiera mirarme siguió su camino.— ¿Que diablos creen ustedes dos que están haciendo?&mda
¿Por que me haces esto corazón?... ¿Por que intentas hacerme caer de esta forma siempre?... ¿Por que no puedes seguir lo planeado?... ¿Acaso eres débil?...Lo intentaba, una y otra vez... Pero el simple hecho de verle, mi corazón traicionaba mi conciencia. Cada vez que iniciaba una conversación con él, creía que fingía bien, que él no sospechaba nada. Pues, no podía sospechar nada ¿cierto?. No podía saberlo él nunca.Cada vez era mi amiga quien hablaba más que yo, aunque fuera Chris quien intentara involucrarme en la conversación, yo contestaba de una manera seca y distante. Era lo único que podía hacer.Aunque intentara evitarle, mu
Chris...Ahí estaba. Tuve un suspiro ahogado.Me disculpe y aclaré que buscaba al profesor Julian, con una mirada seria negó y volvió su vista al cuaderno de uno de los alumnos. En realidad esperaba un gesto amistoso como acostumbraba él conmigo, acompañada de su dulce sonrisa que hacia que mi cuerpo temblara, pero a cambio de eso me recibió como si fuera una alumna mas.Claro que intenté tranquilizarme. No era para tanto, cerré la puerta decepcionada. La sonrisa de mi rostro había desaparecido. ¿Que? ¿Acaso estaba ocupado?— Sofí!— gritó mi amiga— aquí estás... La profesora de física ya entr&o
El cielo aun permanecía nublado, caminaba sola en busca de mis amigos por toda la escuela, aun faltaban treinta minutos para que la primer clase comenzara. Mi nariz y orejas permanecían frías. Esperaba poder verle llegar, asi que fui en dirección de la fuente de la escuela, que estaba a un lado del estacionamiento. Me encaminé y al estar cerca noté a Oscar sentado con la mirada perdida en la nada.Se veía lindo, no pude evitar sonreír al verle. Me acerqué un poco tímida, pues ya habían pasado varios días que no hablábamos. Al verme no dijo nada, solo volvió su vista a la nada, me senté de su lado, por un momento creí que se levantaría y me dejaría. Pero no, permaneció cerca de mi. El sonido del viento era todo lo que escuchábamos, se estaba volviendo
Eran una tortura, Chris simplemente desviaba la mirada cuando me veía por los pasillos o cuando le regalaba una sonrisa amigable. Cada vez que me evitaba, me sonrojaba de la vergüenza si era que él sabía mis sentimientos hacia él.Una y otra vez pensaba lo mismo, ¿como o por quien pudo haberse enterado?Observo a mi amiga atentamente puesto que tiene una sonrisa marcada desde la entrada, saluda a todos, su comportamiento me parece bastante extraño. Saluda incluso a aquellos chicos del salón que no tolera, hasta ellos la miran extrañados ¿que ha pasado con Elia?. Traía entre sus manos una bolsa negra que al parecer, intentaba ocultarla de mi.—¿Todo bien?—pregunto al tenerla frente.
Era el ultimo día para presentarme en el servicio, la ropa que cargaban todos en aquel día era ropa casual, me habían entregado al fin mis papeles, Omar no superaba mi distancia hacia él, pero al final de todo se esforzaba por querer mostrarse como un buen amigo. Bajaba yo por las escaleras relajada, y al sentir la brisa sobre mi rostro permanecí con los ojos cerrados, quieta. Por un lado me sentía contenta por al fin terminar la escuela, pero por otro, el simple echo de saber que no volvería a verle me sentía frustrada.Suspiré cansada, como si en realidad hubiese pensado mucho, alce mi vista, Chris me miraba con una sonrisa.¿Cuanto tiempo hace que me miraba?—Si sigues parada aquí, pescaras una fuerte gripe —dice aún arqueand