Capítulo839
—Lo... siento... —El rostro de Esperanza se puso totalmente rojo y su conciencia se volvió borrosa.

—He dicho que esta cara tuya, incluso en la ciudad de México, solo puede aparecer en ocasiones muy especiales y mantenerse oculta durante el día. Eres mi as bajo la manga, eres mi valiosa posesión. Lo que te ordene hacer, eso debes hacer. No tienes el derecho de llamar la atención ni el permiso para actuar de manera desenfrenada y loca.

Pol estaba lleno de malicia e ira, apretando cada vez más la mano que sostenía su cuello, deseando definitivamente estrangularla.

El secretario Héctor que estaba sentado en el asiento del copiloto, al ver que Esperanza no podía resistir más, sudaba profusamente y suplicó incesante en su nombre: —¡Señor García! ¡La señorita Esperanza no puede soportarlo por más tiempo! Le ruego que la perdone esta vez, considerando su lealtad y dedicación hacia usted, durante todos estos años. Aunque desobedeció, esta vez sus órdenes al regresar secretamente, ¿lo hizo para
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