Capítulo369
Alejandro salió de la oficina del presidente y regresó a su propia oficina.

—¡Alejandro! ¿Cómo te fue? El presidente... ¿no te causó algún problema, ¿verdad? — César ya le había preparado un café, y le preguntó preocupado, con un toque de disculpa en su voz.

El hombre se sentó elegantemente en el sofá, tomó la taza de café y sus ojos profundos brillaron mientras daba un sorbo.

—No tuve problemas—respondió Alejandro con voz baja y fría.

César suspiró aliviado, relajándose un poco.

—Es realmente increíble.

César abrió los ojos sorprendidos, volviéndose nervioso de nuevo, —¡Siempre he sabido que no le agrada! ¡Él no es en absoluto un buen padre!

—Desearía no ser su hijo biológico—la voz de Alejandro sonaba amarga mientras el sabor del café en su garganta se volvía agridulce, con un toque de sabor a medicina. —Lamentablemente, tengo la mitad de su sangre en mí.

César se sintió impotente, sin saber cómo consolarlo.

—Enrique ha dado la responsabilidad del proyecto de la boda de Ada Gutiérrez
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