Capítulo1818
Después del grave incidente, Leona ya no podía quedarse en la ciudad de México. Enrique ya no la protegería más.

Aunque Alejandro no expresaba nada en la superficie, su corazón estaba lleno de una gran preocupación. Salió de Villa Mar y condujo rápidamente, con la mente llena de confusos pensamientos. Sacó su teléfono y llamó de inmediato a Rodrigo, pero nadie respondió. Esta situación era rara en los casi veinte años de amistad que compartían, lo que lo dejaba algo verdaderamente inquieto.

Al caer la noche, Clara sacó el pastel de panda que Víctor había traído, listo para compartirlo con Noa.

La cálida luz llenaba la habitación mientras Clara llevaba los pasteles frente a Noa, sus hermosos ojos rebosaban de ternura. Ella le dijo con gran suavidad:

—Noa, pruébalo. Llegó esta mañana y he estado deseando comerlo, pero no quería hacerlo sin ti.

Noa, con su delicado cuerpo recostado en la cabecera de la cama, su rostro pálido y delgado, tan conmovedor. —Si tienes ganas de comer, no necesit
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