—¿Eduardo fue liberado?

Clara se levantó abruptamente de los brazos del hombre, un grito casi asusta a Alba, quien estaba haciendo postres en la cocina.

El rostro de Alejandro oscureció ligeramente.

Dada su cercanía, él escuchó cada palabra que Víctor pronunció.

—No puede ser. Si Pol interviene, seguramente sería implacable, sin ninguna piedad. ¿Cómo es posible que Eduardo haya sido liberado? ¿Acaso hay problemas con las pruebas? — Clara, llena de ardor, temblaba de indignación.

Alejandro se levantó en silencio, sus manos cálidas rodearon su cintura, ofreciéndole un consuelo silencioso.

—Originalmente las pruebas eran concluyentes. Si no hubiera pruebas suficientes, la policía no habría emitido una orden de arresto para Eduardo.

La voz ronca de Víctor estaba llena de rencor y desesperación. —Pero, quién hubiera pensado que las muchachas que habían prometido testificar en contra de Eduardo, como si se hubieran puesto de acuerdo en secreto, cambiaron sus historias. Ahora dicen que no fue