Capítulo1259
Pero nadie realmente se había preocupado por ella de esa manera.

Sin embargo, no tenía camino de regreso, ni siquiera el derecho de elección. Ella y Juan estaban destinados a ser enemigos, destinados a ser de dos mundos diferentes.

Esperanza respiró profundamente, borrando con la punta de sus dedos el rastro de lágrimas en sus ojos.

Justo cuando iba a cerrar la puerta, una mano agarró fuertemente el borde, y entre las rendijas aparecieron unos ojos oscuros y familiares.

—¿Héctor? — El corazón de Esperanza latía con fuerza mientras escondía rápidamente las pastillas para el estómago detrás de ella.

—Esperanza, estás viva, ¡es una verdadera suerte!

Héctor abrió la puerta de golpe, entrando rápidamente en la habitación y empujando a Esperanza contra la pared.

Luego, otros dos hombres entraron sigilosamente, sacando pistolas de sus ropas con expresiones siniestras y astutas, como agentes secretos en una película de espías.

—Juan se fue, él se fue— dijo Esperanza fríamente.

—¿Se fue? ¿No l
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