Capítulo1236
—Señor Pérez...

La garganta de Alejandro parecía haber sido aplastada por una rueda gigante, tan ronca que apenas se podía entender lo que decía.

—¡Alejandro!

Diego abrió sus ojos carmesíes, con una furia ardiente en su pecho, como una bestia enfurecida que se lanzaba ferozmente hacia Alejandro, que permanecía rígido en su lugar.

Alejandro vio el puño frío y feroz que se dirigía hacia su mejilla, pero no se movió un centímetro.

Golpéalo, debería golpearlo.

Incluso si Diego lo golpeara hasta matarlo, él no tendría queja alguna.

—¡Diego! ¡No lo hagas!

Justo cuando el puño de Diego estaba a punto de llegar a su destino, Teófilo apareció justo a tiempo, abriendo los brazos desde atrás para abrazarlo fuertemente.

—Suéltame. —Diego se mordió el labio, pero su corazón sangraba.

—¡No te soltaré!

El brazo tembloroso de Teófilo se aferraba a su cintura con fuerza, jadeando, —¿De qué sirve golpearlo? ¿Acaso golpearlo hará que Clara recuperé lo que perdió?

—Pero... él merece morir.

Las mejillas de
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