Capítulo1211
Los pasos apresurados de los zapatos resonaban por el amplio pasillo mientras Diego, empapado en sudor, corría y llamaba desesperadamente a Inés.

Su teléfono sonaba, pero nadie respondía.

De repente, Diego detuvo bruscamente sus pasos y escuchó vagamente el tono de un teléfono.

Su corazón latía con gran fuerza mientras seguía el sonido hasta el balcón.

El teléfono de Inés se encontraba tirado en el suelo, con la pantalla mostrando —Hermano mayor—.

—¡Inés! ¿Dónde estás? ¡Inés!

Diego gritaba desde el balcón, pero no recibió respuesta alguna.

—¡Hermano mayor! ¿Cómo es posible que Inés, que estaba bien, desaparezca así de esta manera?

Clara y Alejandro llegaron apresuradamente, seguidos por el herido Aarón. —La seguridad aquí es muy estricta, la entrada y salida de los invitados están registradas. ¿Cómo puede Inés, una persona tan notable, desaparecer sin dejar rastro alguno? No lo creo. Inés debe estar en algún lugar del castillo; no puede haber salido de aquí.

Aarón estaba tan angustiado
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