Capítulo 78
A la mañana siguiente, Daniela y Sebastián abrieron las puertas de sus habitaciones al mismo tiempo.

En cuanto Daniela lo vio, frunció el ceño y apartó al instante la mirada.

Sebastián apretó con fuerza los dientes.

Esta mujer realmente sacaba de quicio a cualquiera.

Mientras Daniela tomaba un trago de agua, Sebastián se acercó con el ceño fruncido: —¿Pasaste todo el día en casa ayer y ni siquiera pensaste en ordenar siquiera un poco? Mira qué desordenado está esto.

—Además, la ropa que me quité, acuérdate de lavarla por mí.

Daniela acababa de levantarse de la cama, ya de muy mal humor por su estado original, y al escuchar eso simplemente dejó la taza de agua en la mesa.

—Sebastián, no soy tu sirvienta.

Sebastián: —No fue lo que dijiste antes, que en realidad no necesitabas a nadie, que lo podías hacerlo todo tú misma.

Ella había dicho algo así.

Daniela deseó poder retroceder en el tiempo y darse una buena bofetada por tonta.

—De todas formas, ¡ya no lo haré!

—¿Por qué lo haces ahora?

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