Cuando Felipe entró a la habitación de su hijo, la niñera estaba ayudándolo a quitarse el uniforme del jardín.Él se sentó en la cama y le dijo con voz suave:—Ven para acá.El pequeño se acercó a su padre sin dudar, y en cuanto la niñera notó la presencia de su jefe, se dio la vuelta en silencio y salió de la habitación, dejándolos a solas.Felipe subió a Andrés sobre sus piernas y, con voz serena, comenzó a explicarle que debía hacer un viaje de negocios que duraría unos cuantos días. Le pidió que se portara bien con los abuelos y con los empleados, y le prometió que, si lo hacía, le traería un regalo cuando volviera.—Sí, papá —respondió el niño, muy contento al escuchar la palabra "regalo".En ese momento, Andrés lo miró con una sonrisa tímida y dijo:—Papá, te quiero mucho.Felipe le acarició la cabeza con ternura, con sus grandes manos, y le respondió con el corazón lleno:—Y yo a ti, pequeño. Eres lo más importante para mí.Luego, con un dejo de melancolía en la voz, añadió:—C
Dominik llamó a un amigo para invitarlo también. Luego le dijo que él se encargaría del antifaz, y, de inmediato, tras colgarle, llamó a su secretaria para que los consiguiera y se los hiciera llegar a su casa. Después, cogió las llaves de su auto y su teléfono, y salió de su oficina.Por su parte, Felipe se encontraba en su habitación, con el teléfono en la mano. Si alguien lo observaba con detenimiento, notaría que su rostro no estaba del todo bien… más bien parecía distorsionado, cargado de emociones contenidas. En la pantalla de su teléfono se veía una foto de Sofía, sentada en un columpio adornado con flores, cargando a su hijo Andrés. En la imagen, ella sonreía ampliamente.Felipe apretó el teléfono con rabia y estuvo a punto de borrar la imagen mientras murmuraba para sí que ya era hora de dejar todos esos recuerdos atrás. Sin embargo, al pensar en su hijo, dudó… y terminó presionando cancelar. No podía eliminarla. Cuando Andrés creciera, tal vez quisiera conservar aquel recuer
Luego, Vero le dijo:—Esperemos que se nos una Cinthia y subimos a nuestro privado, ya me cansé de bailar.—Está bien —respondió Mariana mientras bebía un sorbo de su trago.Justo en ese momento, mientras esperaban a Cinthia, se les acercó un mesero que, señalando discretamente a los tres caballeros que las observaban desde arriba, les dijo que aquellos hombres las habían invitado a su privado.—Está bien, solo esperamos a nuestra amiga y subimos —contestó Vero con naturalidad.Mariana la miró con gesto de advertencia, a lo que Vero le devolvió una mirada igual de elocuente.El mesero se quedó a un lado, esperando a que Cinthia dejara de bailar y se les acercara. Mientras tanto, Felipe no dejaba de mirar a Mariana.Cuando Cinthia llegó junto a ellas, preguntó casi de inmediato:—¿Qué está pasando?Vero, de inmediato, le comentó:—Unos chicos nos invitaron a su mesa. Solo te estábamos esperando para subir juntas.Cinthia respondió con una sonrisa traviesa:—Se nos arregló la noche. Ad
Felipe, al notar cómo Mariana no apartaba la vista de sus labios, le dijo con una sonrisa traviesa.—Y me imagino que también te gustaría probarlos, ¿cierto?Luego añadió, con el mismo tono provocador:—Solo lo pregunto porque parece que te gustaron bastante... Dado que no les quitas la mirada de encima.Mariana, sin pensar demasiado, le respondió con un firme:—Sí.Y enseguida, como si las palabras hubieran escapado solas de su boca, se tapó la boca con ambas manos, avergonzada, como una niña pequeña que había dicho una grosería delante de sus padres y no sabía dónde esconderse.Pero después de ese instante de duda, se armó de valor y continuó con voz decidida:—Además... estoy segura de que alguien ya te ha dicho que tus labios son muy provocativos. Dan ganas de besarlos. Te lo digo en serio, y tú ya deberías saberlo. No me digas que nunca te has visto en un espejo.Lo miró de frente, sin titubear, y concluyó:—Puedo apostar lo que quieras a que tienes un harén de mujeres detrás de
Mariana, en ese instante, se había estremecido entre sus piernas y soltó un suspiro agitado. Juraría haber escuchado un gemido de él nuevamente.Cuando por fin lograron separarse, tenía el labial completamente corrido por aquel beso apasionado que se habían dado, frente a todos los que los rodeaban. Sus pezones, marcados por encima del vestido, delataban lo excitada que estaba.Al mirar a sus amigos, todos los observaban con los ojos bien abiertos.La primera en romper el silencio fue Vero, quien, con una sonrisa en los labios, dijo burlona:—Mis queridas y estimadas amigas…Luego dejó de reír y añadió:—Aquí mi nuevo amigo quiere llevarme a su apartamento a mostrarme unas pinturas del siglo XVI que tiene en su poder. Y ustedes saben que, cuando se trata de arte y buena comida, yo voy donde sea.Les guiñó un ojo a sus amigas, Frank la tomó de la mano y se fueron juntos.Cinthia miró a Mariana con una pequeña sonrisa burlona y le dijo:—Y me imagino que ustedes quieren ir a ver si la m
Felipe estaba embelesado, hipnotizado por tanta belleza. Se pasó la lengua por los labios, como si quisiera devorarla con la mirada, como un lobo hambriento.La atrajo hacia él y comenzó a besarla con devoción: primero el rostro, luego los ojos, la nariz y finalmente la boca, donde se detuvo un largo rato, fusionando sus labios con los de ella. Después bajó lentamente al cuello, donde comenzó a darle suaves mordiscos.Ella solo podía gemir, cada vez más alto, mientras él, con una mano, acariciaba uno de sus senos y con la otra, le apretaba las nalgas. Luego descendió, besó sus pechos y se llevó uno a la boca, mientras acariciaba el otro con delicadeza.Mariana se aferraba a él con desesperación, como si desprenderse de Felipe fuera una amenaza a su propia existencia.Al poco rato, él le arrancó el panty y le susurró con una sonrisa traviesa:—No me aguanté las ganas ni quería perder tiempo quitándotelas… Además, mañana, sin ellas, igual puedes irte.Y le dio una sonrisa, que le augura
Mariana miró su entrepierna y vio ese pene tan largo y grueso, que por un momento pensó cómo fue que todo eso le entró por completo.Luego, se relamió los labios con ganas de tenerlo en su boca y pensó que, con razón, le había dolido un poco al penetrarla, pero cómo se sentía tan llena que el dolor que había sentido se le disipó de inmediato, para darle paso a un placer intenso.Al instante en que él la vio pasar su lengua por los labios, su pene dio un brinquito, y en ese momento, ella aprovechó la oportunidad para cambiarse de posición y comenzar a comérsela como si de una paleta se tratase.Felipe, al darse cuenta, solo gemía de satisfacción y de la emoción que estaba sintiendo en aquel momento. Luego, le agarró por el cabello y comenzó a penetrarla con su boca; al principio fue muy lento, pero al ver que ella podía introducirlo casi por completo, sin tener arcadas, comenzó a penetrarle la boca con más fuerza.Luego, ella le cogió las bolas y las apretó muy suavemente. Él le agarró
Mariana miró la pantalla de su teléfono, vio la hora y se maldijo por dentro. Desde que se había separado, no había dormido tan profundamente. Estaba a punto de colgar cuando Cinthia le pidió que le diera la dirección para ir a recogerla.Ella le respondió que se la enviaría por mensaje, colgó de inmediato, abrió la aplicación y envió su ubicación. Luego miró hacia la cama y vio la espalda ancha y desnuda de Felipe, acostado boca abajo, con el rostro hacia adentro, sin poder verle la cara.Pensó en rodear la cama para mirarlo, pero se contuvo. Respetó la decisión que había tomado la noche anterior. Se dio la vuelta y empezó a recoger sus cosas, que estaban esparcidas por toda la habitación.Entró al baño, se lavó la cara, se enjuagó los dientes y buscó en su bolso una banda elástica para recogerse el cabello. Al no encontrar ninguna, se pasó las manos mojadas por el pelo y se lo recogió, haciéndose un moño improvisado.Se vistió lo más rápido que pudo y salió del baño. Volvió a mirar