Yo soy el padre del bebé!

Unos zapatos de cuero perfectamente lustrados caminaban hacia la sala de urgencias, los guardaespaldas de Emilio iban tras de él siempre cuidando su seguridad.

Junto a la cama de Alejandrina se encontraban sus padres, su esposo Marco y los padres de éste, quienes atacaban a Alejandrina sin compasión.

—Resultaste ser una gran zorra niñita! maldigo la hora en que mi hijo se fijó en ti! además de tu belleza no tienes nada que valga la pena... —la señora Ana Cortés insultaba a la hermosa joven que se deshacía en llanto

Marco la miraba con desprecio por qué le estaba arruinando la falsa reputación que tenía, el Ceo Cortés la miraba con asco, a sus ojos no era más que una prostituta cualquiera que no era digna de su hijo ni de ser parte de la familia Cortés.

—Déjenme sola! no sigan más! váyanse!— pedía Alejandrina totalmente destrozada.

ella siempre había seguido las enseñanzas de sus padres, no era su culpa que el día de su despedida de soltera alguien adulterara su bebida y hubiera terminado en la cama con un hombre, lo que Alejandrina no sabía era que ese hombre eran tan poderoso cómo un dios terrenal, lo que tampoco sabía era lo que llegaría a ser él para ella en su vida.

—Cómo te atreves? —Ana Cortés levantó la mano para abofetear a Alejandrina sin importarle que estaba embarazada ni su preocupante estado de conmoción, la señora Cortés solo quería desquitar su ira a cómo diera lugar.

Alejandrina cerró los ojos esperando sentir el golpe en su rostro pero éste nunca llegó, al abrir sus hermosos ojos verdes que en éstos momentos se encontraban apagados por la tristeza que embargaba su corazón, vió cómo un apuesto hombre de cabellos castaños peinados hacía atrás, sostenía con su fuerte mano la mano con la que Ana Cortés pretendía golpearla.

El fino traje que vestía y el costoso reloj que al parecer valía ocho cifras, no pasó desapercibido para los Ceos Cortés, la imponente aura de emperador del Ceo Emilio Mendoza se sentía enorme en la pequeña sala

—Quién eres tú? suelta a mi madre imbécil! el Ceo Marco Cortés encaraba a Emilio, qué diablos se estaba creyendo ese aparecido?

—Déjalo pasar hijo! de todas formas está mujerzuela que está preñada de sabrá Dios que malviviente, no vale la pena! —Ana Cortés no perdía la oportunidad de insultar a Alejandrina

—No soy ningún malviviente! interrumpió Emilio, el bebé que Alejandrina espera es mi hijo! si después de haberle hecho pasar éste mal momento a la madre de mi hijo le sucede algo a mi bebé! dense por muertos todos aquí! rugió el Ceo.

—Me engañaste con éste idiota Alejandrina? cómo pudiste?— Marco tenía su ego y orgullo heridos, en comparación con ese hombre que parecía un emperador él se quedaba corto y pequeño.

—De la misma manera en la que la engañas tú con cuánta mujer se te atraviesa!— respondió Emilio con su gruesa voz, leyo el reportaje de las investigacion de Marco. ya conoció bien como es Marco —nunca has sido un hombre honorable, mucho menos íntegro! y siempre le has sido infiel a Alejandrina! qué se siente que te den una cucharada de tu propia medicina, Cortés?

Marco quedó al descubierto ante sus padres y sus suegros, el desconocido hombre lo estaba exhibiendo, aún así intentó voltear la situación a su favor, —soy hombre! además no e embarazado a nadie! solo iba a tener mis hijos con mi esposa!

—Pues cásate de nuevo porque Alejandrina no tendrá a ninguno de tus hijos! ella es demasiado buena para ti!

—Mishima! encárgate de que quede anulada la farsa de matrimonio ésta y ten todo listo por qué mañana mismo Alejandrina de la Mora y yo nos vamos a casar!

— Que?

Alejandrina se queda aturdida, mucho mas los demas en presente.

El Ceo se acercó a la hermosa Alejandrina que no dejaba de mirarlo,

 —vamos! te llevaré a un lugar dónde podrás estar tranquila, Emilio suavizó su mirada y dijo, no tengas miedo de mí, yo voy a cuidarte a ti y a nuestro bebé.

Cuando el hombre pasó sus brazos por debajo de su vestido de novia y su cuerpo, Alejandrina no se lo impidió, se había sentido muy desvalida y asustada apenas antes de que él llegara, la expresión de decepción de sus padres al enterarse de su embarazo y que no era de Marco fue muy dolorosa de ver, ella los amaba mucho, Alejandrina no lo conocía ni tenía la menor idea de quién era pero lo que si sabía era que quería salir de ahí, sus ruegos habían sido escuchados por fin.

Emilio salió con ella del lugar en brazos, Marco trato de oponerse

 —¿A dónde la llevas? ella todavía tiene mucho que explicarme!

Los guardaespaldas de Emilio se interpusieron para que no les diera alcance, Emilio ni siquiera volteó a mirarlo, lo ignoró como a un perro y siguió su camino, está vez el Ceo no fue en su coche si no en uno de sus tantos audi negros que poseía, entró primero a Alejandrina a la parte de atrás y después entro él

Alejandrina no se encontraba en sus cinco sentidos, seguía asustada y triste, no sabía cómo iba a lidiar con una reputación destrozada, sus padres seguro estaban muy avergonzados de ella, por su culpa los Cortés los habían humillado a su antojo, eso jamás se los iba a perdonar, sabía que había cometido un grave error pero por qué ensañarse con sus padres? se acurrucó en los brazos de Emilio hasta que se subió a su regazo.

Al quisquilloso Ceo le sorprendió un poco que la madre de su hijo se le acercara de aquella manera pero tampoco le molestó, Alejandrina tenía un olor tenue y agradable a flores, por inercia Emilio acariciaba su espalda con sus dedos en círculos, pudo sentir cómo la madre de su hijo se relajaba, se justificó mentalmente diciéndose que era como acariciar a su bebé, después de todo esa mujercita lo llevaba en su vientre

En ese momento nació desde lo más profundo de Emilio el deseo de cuidar de Alejandrina, pudo darse cuenta que ya había pasado por mucho, no quería que nada más la alterara, según el diagnóstico del médico se encontraba muy anémica y delicada, haría lo que fuera para que la vida de su bebé se logrará, Emilio siempre pensó que tendría sus hijos con su novia Savana, él lo deseaba tanto, pero al ver su verdadera cara y descubrirla follando con su hermano, agradecía que no fuera ella quién llevará a su hijo en su barriga

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