Afuera Oliver había recibido un disparo a la altura del hombro, el mano derecha sangraba profusamente, se había roto la camisa y se la había atado al brazo, este le dolía como el infierno pero no se iba a detener por eso, sus primos estaban adentro y tenía que pelear hasta que no tuviera mas fuerzas, seguir disparando sin importarle cuanto dolor sentía, las balas se escuchaban rozar el viento y el seguía matando enemigos

El mano derecha de la mafia mexicana, que ya se hacía que esa noche iba a partir de este mundo, respiró aliviado cuando vió que al menos una docena de camionetas van cerradas llegaban en su auxilio, o más bien al auxilio del líder de la mafia mexicana, vió como los hombres bajaban con armas largas y cortas de última tecnología dispuestos a matar o morir para salvar la vida de su jefe, eso fue lo ultimo que presenció el apuesto mafioso, ya que perdió el conocimiento por la perdida de sangre

— ¡Oliver, Oliver, Carajo, está muy mal, llevénselo a atender de inmedia