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Nikolay

Cuando llego al sótano mis hombres han dejado bien preparado al lacayo del Dragón, lo han amarrado a una silla con sus muñecas bien atadas a los posabrazos y sus pies descalzos fijos a las patas de la misma.

Está bastante golpeado, pero no ha dicho nada. Para lo charlatán que estaba en Bélgica, ahora está bien mudo. Muevo la cabeza y doy la orden de cortarle una oreja. Sigo el interrogatorio pero no obtengo respuesta, así que le digo a uno de mis hombres que le corten un dedo. Le comunico que cada pregunta sin contestar le costará uno, levanta los hombros en señal de que no le importa y prosigo.

Luego de cortarle tres entre las dos manos y cuatro de los pies paso a ordenar que le arranquen las uñas de los dedos que le quedan. El cabrón tiene aguante porque sigue firme sin decir nada y me desafía con la mirada.

Esto me demuestra qu

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