Capítulo 42: El fuego nunca se apaga

Makai. 

No pude dormir lo suficiente pensando las peores cosas sobre mi padre y hermano mi mente me jugaba ciertos escenarios en los que me imaginaba llorando por la muerte de ellos, me despertaba para luego dormir nuevamente al menos para poder callar tantos pensamientos tan horribles como esos. Todos dormían plácidamente mientras yo solo observaba el cielo nocturno tratando no llorar porque me recordaba cuando mi padre me decía cada nombre de las estrellas, me siento culpable por no haberles dicho que debían ir al mismo lugar que yo, siento que mi energía se ve alterada por mis emociones así que trato de tranquilizarme para evitar lo que pasó en la tarde. 

―¿Todo bien?―me pregunta el chico vampiro. 

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