Capitulo281
Terminé la cena con un nudo en el estómago, incapaz de disfrutar del ambiente o de la comida debido a mi mucha inquietud.

Al regresar, Paula insistió en que Luna y yo viajáramos en el mismo auto. No tuve más remedio que aceptar, aunque no entendía sus oscuras intenciones.

Luna se sentó al volante, mientras Paula y yo ocupábamos los asientos traseros. Paula, con esa sonrisa maliciosa que la caracterizaba siempre, me miró fijamente y susurró: —¿Por qué estás tan nervioso? No voy a comerte, tranquilo.

Lo decía con una voz baja, casi íntima, y al mismo tiempo se acercaba más a mí, tanto que nuestros brazos rozaban, creando una atmósfera algo tensa y extraña. Su actitud parecía deliberadamente provocadora.

Intenté mantener la compostura y murmuré: —Paula, ¿qué estás haciendo? Luna está al frente, ¿no te preocupa que pueda ponerse celosa?

Paula sonrió. —¿Celosa? Por favor, Óscar. Ella ya sabe que me interesas. Pero dime, ¿es que acaso no te parezco atractiva? ¿No tengo acaso un buen cuerpo?

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