Adrián era una persona leal, confiable y sincera, definitivamente alguien en quien se podía confiar. Además, después de muchos años en el mundo del hampa, era hábil en el trato y tenía una gran experiencia. Una vez que estableciera la familia González en el futuro, Adrián sería sin duda la elección perfecta como mayordomo.

Lo único malo era que él apenas estaba comenzando a construir su propio poder, y aún tenía un largo camino por recorrer antes de establecer la familia González. No podía apresurarse.

—Adrián, creo que eres consciente de la importancia de la técnica de nivel de la tierra de rango medio—dijo Christian. —Si no tienes mi permiso, no puedes compartir nada sobre la decisión de dominar a los demonios con nadie más.

Christian advirtió seriamente, con una expresión cautelosa.

—Entendido—respondió Adrián. —Señor González, por favor, confíe en mí. Mantendré este asunto en secreto y nunca lo revelaré a nadie.

Adrián hizo una promesa con determinación en su rostro.

—Así me gusta—