—Benicio, acompáñanos a hacer una visita al Grupo Dragón de Guerra.

Adán y Luciano vacilaron por un momento y luego rodearon a Benicio, uno a la izquierda y otro a la derecha.

Al escuchar estas palabras, Benicio se sorprendió enormemente, y la sonrisa burlona en su rostro se congeló al instante.

Por supuesto, no solo él estaba sorprendido, también lo estaban Renato, el señor Rivera y los demás, todos miraban a Christian con incredulidad y luego a Adán y Luciano, incapaces de creer lo que estaban escuchando.

Originalmente, todos pensaban que, dado el estatus noble de Benicio, Adán y Luciano no tenían pruebas suficientes y no podrían arrestarlo tan fácilmente.

Sin embargo, lo inimaginable sucedió: Adán y Luciano obedecieron las indicaciones de Christian y estaban decididos a arrestar a Benicio.

La sorpresa en los corazones de todos era palpable.

—Adán, ¿qué significa esto? No he hecho nada esta vez. No tienen pruebas para arrestarme. ¿Por qué están haciéndolo? —dijo Benicio con frialdad,