—Eustaquio, te advierto, esta es la primera vez, pero también es la última vez— dijo Christian con una expresión muy fría y calculadora, emanando una intensa aura asesina que erizaba la piel. Sin embargo, no era una persona maliciosa, ni sanguinaria. Eustaquio y él no tenían problemas previos, y aun sin el recordatorio del señor Rivera, no habría tomado la vida de alguien tan fácilmente; debido a un asunto tan trivial. Esa no era su forma de actuar en lo absoluto. Su intención al enfrentar a Eustaquio era simplemente disuadirlo mediante la fuerza y asegurarse de que no hubiera una próxima vez.

—Sí, sí— balbuceó Eustaquio, aterrorizado, sin atreverse a decir una palabra más.

—Está bien, puedes largarte— Christian gruñó y retiró su pie.

Eustaquio, aliviado como si le hubieran perdonado la vida, se levantó apresuradamente del suelo. No se atrevió, por ningún motivo a quedarse más tiempo y, llevando la fruta de las cinco energías, se fue rápidamente con sus dos guardaespaldas.

Mientras obs