Capítulo 28
Jimena se quedó atónita.

«¿Hernán?»

«¡¿Por qué él está aquí?!»

Hernán vestía un traje negro hecho a mano que mostró su dignidad y nobleza, además, sus ojos negros eran bastante fríos.

Por un momento, Jimena sintió como si estuviera alucinando.

Sin embargo, al ver los ojos penetrantes del hombre, era obvio que Hernán venía allí para encontrarla.

Incluso si Jimena borrara todo rastro de sí misma, para Hernán, no sería difícil encontrar sus huellas.

Al instante, la embriaguez de Jimena se desvaneció.

Sin embargo, ambos estaban divorciados y se habían vuelto desconocidos. Por lo que Jimena no quería saludarlo.

Se giró y miró a Héctor, luego mantuvo el pecho en alto y pasó a Hernán con gracia, como si nunca lo hubiera conocido.

—Detente. —recordó Hernán.

Jimena hizo como si no lo escuchara y siguió caminando hacia adelante.

Al segundo siguiente, su delgada muñeca fue sujetada con fuerza, impidiéndole moverse más.

—Señor, este es un lugar público, por favor déjeme ir.

El título "
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