"No estoy nerviosa". Miento.

"¿Ah, sí?". Casi se me corta la respiración cuando estira la mano y me roza lentamente el clítoris con el pulgar. Todo mi cuerpo vibra como si hubiera tocado un cable de la vida. Se ríe. "Demasiado sensible, ¿no?". No le contesto. Respiro entrecortadamente mientras intento mantener la cordura. En ese mismo instante, desliza su mano hacia mi coño de nuevo. Gimo de sorpresa. Su tacto es inesperadamente delicado al abrir con cuidado mis pequeños labios. Mi coño se aprieta contra su mano. Por mucho que intento controlar mi deseo y dominar mi respuesta, mi propio cuerpo no me sigue el juego. Mi mente protesta y no desea otra cosa que apartar los dedos traviesos que simplemente encuentran su lugar entre mis piernas. Pero mis genitales hablan otro idioma. Siento un cosquilleo en el centro y noto la imparable humedad que se acumula en mi agujerito y humedece los exquisitos dedos del Alfa.

"Te sientes tan bien, Ashanti". Gime y se interrumpe una y otra vez para da