Bastien caminaba con Kate de la mano mientras Lucien y Addy saltaban y corrían felices por el centro comercial, entraron a un lugar de juegos infantiles y Bastien solo sonreía al ver a los pequeños.Después de helados y juegos volvieron al departamento, los pequeños estaban felices y durmieron sin problemas.Kate los arropó y cerró la puerta de la habitación fue a la sala y Bastien la esperaba al lado de la chimenea con una copa de champagne.— Ven cariño, siéntate conmigoKate se sentó y se acurrucó con el mientras escuchaba el crepitar de la leña quemándose.— Te amo Kate — susurró Bastien haciéndola sonreír miró sus ojos y acarició su rostro.— Yo también amor — dejó un beso en sus labios que Bastien respondió con ansias, su mano subía por su muslo hasta su cintura.— Bastien, no podemos aquí, los niños pueden venir.— Pero estan durmiendo — le susurraba mientras besaba su cuello.— Así como duermen, despiertan.—GGGRR está bien, tienes razón.— Anoche hicimos el amor toda la noche
Todo ocurrió en un suspiro.Bastien había salido hace más de una hora para solucionar el problema del hotel, una distracción bien planeada. Cuando regresó a la habitación, todo parecía igual. Kate estaba allí, recostada en el sofá con uno de sus libros favoritos entre las manos. Sonrió al verlo entrar, dulce, tranquila.Pero algo… algo no estaba bien.—¿Amor? —su voz sonaba igual—. Llegaste.Bastien frunció apenas el ceño. Se acercó, la besó suavemente en los labios. Sí, olía a Kate. Se sentía como ella. Pero sus labios... no temblaron como siempre lo hacían con el primer roce. Su respiración no se agitó. Su corazón no se aceleró.—¿Qué estuviste haciendo mientras no estaba? —preguntó él, sentándose junto a ella.—Leyendo... como siempre. —Levantó el libro con una sonrisa, pero no mencionó el título. Kate siempre lo hacía.Pequeños detalles. Mínimos. Invisibles para cualquiera. Pero no para Bastien, le pasó su revista favorita de modas en sus manos.— Cariño, viste el último tomo, lo t
En una habitación elegante, demasiado para una prisionera, se encontraba la verdadera Kate, tenía cortinas gruesas que bloqueaban la luz del sol, y un aroma dulce flotaba en el aire, como si quisieran disfrazar la verdad con flores marchitas. La mujer que la había secuestrado identificándose como Eva la había enviado allí hacía horas, con una sonrisa idéntica a la suya y una amenaza en los labios.Pero Kate no temblaba. Estaba sentada al borde de la cama, con las muñecas marcadas por las ataduras que apenas habían aflojado. Tenía una cortada en el labio y el orgullo intacto.—Puedes robar mi rostro, pero nunca mi alma —murmuró, mirando su reflejo en el espejo de cuerpo entero frente a ella.Se parecía a Eva, sí. Pero era distinta. Y Bastien lo sabría. Bastien lo sentiría.Cerró los ojos y pensó en él. En su voz ronca cuando le decía “mi Kitty”, en su tacto firme, en su manera de mirarla como si el universo se detuviera. Nadie podía engañar a su Bastien, y confiaba en eso.—Él lo sabr
La noche era espesa, cargada de electricidad. Bastien estaba ansioso mientras miraba la Tablet de Lucca siguiendo el GPS de la pulsera de Kate.Un regalo que le hizo años atrás. "Por si algún día se perdía y le había servido bastante, por eso siempre podía encontrarla, al principio fue solo el collar, luego fueron botones de su ropa, tacones en sus zapatos, cada joya que le regalaba, tenía que asegurarse que Kate siempre llevara un GPS." Ella nunca lo supo o creería que era una muestra más de su obsesión. No sabía que en realidad era su salvavidas.El punto titilaba en una zona industrial abandonada, a las afueras de la ciudad.—¿Señor? —dijo uno de sus hombres que iba en el asiento de adelante —. Estamos llegando y más refuerzo vienen en caminoBastien no respondió con palabras. Solo cerró el puño.—Prepárense. Llamen a Arthur y Jake, los quiero a todos. Equipamiento completo. No vamos a negociar —ordenó, con la voz más baja y peligrosa que jamás se había escuchado.Tomó su chaqueta
Bastien no veía nada más que Kate, su Kate, en sus brazos. Su respiración era la única que le importaba. Y sus ojos, esos ojos que miraban al mundo con un destello de esperanza, ya casi apagados por la cantidad de sangre que le habían sacado. Pero él no iba a dejar que muriera, no mientras estuviera vivo. Miró a Joel.— Quiero a todos los médicos de prisioneros, los haremos hablar, necesito saber por qué tomaron a Kate.— Sí señor.De un solo movimiento, la alzó, pegándola a su pecho, no dudó de tenerla lo más cerca de su corazón. Sus manos se movían como un relámpago, destrozando todo a su paso mientras avanzaba, dejando atrás una carnicería sin piedad.Los hombres, los guardias que quedaban, intentaban detenerlo, disparando a ciegas. Pero Bastien era una sombra. Ya no era un hombre, era una bestia. Recibió el impacto de una bala en el brazo izquierdo, y no hizo más que girarse, y disparar. Tres muertos más a su lista, volvió a cargar el arma y siguió mientras sus hombre lo cubrían.
En el despacho de Mr. Dark, la tensión se respiraba en el aire. Las luces tenues y el silencio absoluto solo eran interrumpidos por los sonidos secos del teclado y los zumbidos suaves de los ventiladores de las pantallas.Mr. Dark miraba fijamente una de las cámaras que había instalado en el galpón. La grabación mostraba cómo Bastien, con esa mirada helada y asesina, arrasaba con cada obstáculo en su camino para rescatar a Kate. Su brutal precisión y falta de piedad encendieron una furia en su interior.—¡Maldita sea! —gritó, golpeando con fuerza el escritorio de mármol oscuro, haciendo temblar un vaso que se volcó y derramó whisky sobre unos papeles.Su mano derecha, un hombre robusto de rostro serio, lo observaba con nerviosismo desde la esquina de la sala.—Se lo dije, jefe… debíamos tener mucho cuidado con él. Esta noche perdimos a más de cincuenta hombres bien entrenados… y Bastien no perdió ninguno. Ni uno solo.—¿Y los médicos?—Se los llevaron. Estoy seguro de que los está int
Kate despertó entre algodones y luces tenues. Su cuerpo dolía, pero no como antes. No era el dolor de los químicos ni de los grilletes. Era el vacío que había dejado la oscuridad… hasta que lo vio.Bastien estaba allí, sentado en la butaca junto a la cama, con la camisa negra y algunas curaciones en su cara y brazo y los ojos fijos en el suelo esperando que Kate despertara.—Bastien… — su voz era apenas un suspiro.Él se levantó como un rayo y cayó de rodillas a su lado, tomando su mano con una delicadeza que contradecía la tormenta que ocultaban sus ojos.—Estás aquí… — susurró él —. Me volviste loco, Kate. Me rompieron cuando me di cuenta que te arrancaron de mí.Ella lo miró, confundida por un momento.—¿Cómo… cómo supiste que no era yo?Él sonrió, esa sonrisa rota que solo ella conocía.—Porque esa mujer no supo cómo tocarme el alma. Porque cuando me miró, vi ojos vacíos. Porque nunca me llamó por mi nombre de la forma en que tú lo haces. —Se inclinó, besando su frente—. Porque ni
Pasaron los días y le dieron el alta a Kate, gracias a dios no fue mucho el daño que le hicieron, pero sí, Bastien mandó a hacer todos los estudios pertinentes, los doctores habían hablado, buscaban a Kate, porque Nick escondió la formula del suero del olvido en su cuerpo, por lo tanto, el jefe detrás de todo esto necesitaba recuperarlo, después de varios exámenes, encontraron que lo habían insertado en el bazo, era un pequeño chip, del porte de dos granos de arroz, que no tuvieron problemas en sacar, al tenerlo en su poder, Bastien sonrió, tenía lo que ellos querían así que lo destruiría y ellos no podrían volver a molestarlos.Apenas llegó Bastien a la mansión dejó a Kate en la habitación.— Cariño, debo hacer algunas cosas y vuelvo, me quedaré toda la tarde contigo, enviaré a Ara para que te acompañe.— Está bien amor, un besito primeroBastien sonrió y besó sus labios.— Te amo Kitty.— Y yo a ti.Bastien salió de la habitación, al bajar la escalera Lucca lo esperaba con su Tablet