—¿Me crees capaz de engañarte?. —a estas alturas ya no podría esperar menos —Bianca claro que no, y si, se que dudas de mi porque no fui un santo cuando nos conocimos. Pero ahora todo es diferente. Eres mi chica y la madre de mi hija.

Estar enfadada solo era bueno para otros así que no le daría el placer a nadie de verme molesta por celos. Sentía que nos estaban observando así que sonrió y lo beso casualmente, no quiero ser imprudente y dejarme llevar por mis emociones que no me dejan pensar y analizar lo que pasa a mi alrededor

—Señora Bianca, joven Eros, ¿desean algo para el almuerzo?.

No puedo juzgar a esa chica, creyó en el tonto de mi esposo que solo la engañó para llevársela a la cama, no se como era en realidad Eros en su adolescencia, pero para que esta chica le creyera, debió pasar algo más, “ o tal vez solo estoy haciéndome ideas tontas en la cabeza”

Pero, lo único que deseo es que esa chica no sea igual que Melissa, que por cierto estoy segura que debe estar esperando la op