Capítulo 429
Inesperadamente, esta sonrisa atrajo la mirada de Andrés. Los fríos ojos de Andrés contenían cierto significado profundo. Daniel le sonrió, con ojos indiferentes. Después de resolver el asunto, Daniel se disponía a irse. Irene, inconsolable, lo persiguió llorando:

—Daniel, te ruego que me escuches. Lo que pasó entonces fue una trampa que me tendieron.

Daniel la miró y apartó su mano con frialdad, diciendo con una sonrisa:

—Lo siento, Irene, no puedo casarme contigo.

Se alejó.

—Daniel... —Irene lloró e intentó seguirlo de nuevo.

Lisa, avergonzada, corrió a sujetarla, reprendiéndola:

—Ya basta, deja de perseguirlo. ¿No te has avergonzado lo suficiente?

—Pero realmente me gusta Daniel...

Lisa, con cara fría, dijo:

—Si realmente te gustara, no habrías hecho algo así. Ahora tu padre lo sabe. Ya veremos cómo se lo explicas.

Al oír la palabra "padre", Irene tembló de repente, recordando que aún tenía que enfrentarse a Pedro y a su padre.

—Mamá, ¡tienes que ayudarme! —Irene agarró la mano de L
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