Capítulo 356
Julia se detuvo, sus ojos enrojecieron.

Él sabía perfectamente por qué estaba molesta, pero no lo mencionaba y encima la acusaba injustamente.

Cinco días. Habían estado sin hablarse por cinco días enteros.

Y al volver, en lugar de disculparse o explicarse, la culpaba directamente.

Julia sintió que su corazón se helaba por completo. Testaruda, le gritó: —¡Yo no te pedí que vinieras por mí, no necesitas hacerlo, ni siquiera quiero verte!

El rostro de Andrés se ensombreció. —¿Así que soy yo el que se está rebajando?

—¡Exacto! Tú te estás rebajando, ¿quién te pidió que vinieras? ¡Lárgate! —, gritó ella antes de darse la vuelta para irse.

La expresión de Andrés se volvió gélida.

Javier, parado a un lado, no se atrevía a decir nada. ¿Quién había visto alguna vez que alguien le gritara así al jefe? Ni siquiera Pedro, el patriarca de los Martín, le había hablado así a Andrés.

El genio de la señora... una vez que estallaba, ni diez bueyes podían controlarla.

Julia caminaba furiosa, con los ojos
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