Capítulo 291
—No me importa, ¿acaso es ilegal cargar a mi propia esposa?

¿Esposa?

¿La llamó su esposa?

El corazón de Julia comenzó a latir con fuerza.

En realidad, Andrés siempre la había llamado Julia, nunca la había llamado esposa.

Las orejas de Julia se pusieron rojas.

Andrés lo notó y, mientras la subía al lujoso coche, le preguntó: —¿Por qué te has puesto tan roja? ¿Es porque te llamé esposa?

Al oír esto, Julia contuvo la respiración y lo miró de reojo.

Él sonrió. —¿Así que es eso? ¿Te gusta que te llame esposa?

Ella jugó nerviosamente con sus manos y respondió con incomodidad: —¡No es así!

—Pero si estás toda roja, — Andrés no le creyó. Se acercó a ella, su aliento rozando sus labios rojos, y susurró: —Esposa.

Las pestañas de Julia temblaron y hasta dejó de respirar por un momento.

Así que realmente era eso.

Andrés sonrió y la llamó de nuevo: —Esposa.

—Ya basta—dijo Julia, muerta de vergüenza. Levantó la mano para empujarlo, pero él la atrapó.

Ella levantó la mirada y se encontró con sus ojos
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