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La hija del rey
La hija del rey
Por: Celina Arrieta
Capítulo 1: Quiero irme de aquí

Cuando escuché aquellas palabras, mi mundo dio un vuelco y el miedo invadió todo mi ser.

“Te casarás con el príncipe Alexander y formaremos una alianza te guste o no” Gritó mi padre, el rey Felipe, sin darme otra opción.

………………..

Debería ser una de las mujeres más felices a mi edad, pero a pesar de ser una princesa y de tener todo lo que quiero, me siento sola. He crecido bajo las sombras; mi padre el rey Robert, un hombre feroz y mi madrastra la reina Margareth , han hecho que mi vida sea un infierno.

Mi padre había embarazado a una criada, producto de esa infidelidad nací yo.

En esos tiempos se decía que dar a luz a una niña es un mal presagio y mi padre me odiaba por eso.

Mi madrastra me detestaba, e incluso me dejó en manos de una de sus criadas. Cada vez que me veían, comenzaban las indiferencia, las ofensas y podía sentir el desprecio de ambos, creía firmemente que ese rechazo se debía a mi contextura física.

Al principio esto era muy doloroso, pero con el tiempo comencé a hacer caso omiso, lo único que deseaba cada día de mi vida era largarme de este maldito lugar.

Gracias a la compañía de la señora Ruth, he podido sobrellevar mi situación muy bien. El estar mucho tiempo encerrada, me llevó a leer muchos libros, que me hacían soñar con una vida totalmente diferente. Con un amor mágico, con un príncipe azul en la que a pesar de las dificultades, las parejas se enamoraban y eran felices.

Cuando volvía nuevamente a mi realidad, me frustraba al darme cuenta de que eso nunca me pasaría a mí. Abandoné los libros de romance y comencé a leer libros sobre política, historias sobre los grandes conquistadores. Unos de mis favoritos era, Alejandro Magno, él era digno de mi admiración.

El reino de mi padre era magnífico, pero aun así, las malas decisiones lo habían hecho formar alianzas con mediocres debido a los traidores que abundaban en el reino. Tengo grandes ideas que me gustaría compartir con mi padre, pero sería humillante para él recibir consejo de alguien como yo.

Mi padre no tienes deseo de verme porque le recuerda a los mejores momentos de su vida; ahora está con una bruja caprichosa, que para su desgracia está embarazada.

La señora Ruth ingresó a mi habitación con cara de tragedia, la conozco muy bien, sé que no trae buenas noticias para mí.

-¡Habla ahora. Dí lo que tengas que decir!.

-Princesa Isabella, la reina Margareth quiere verla para la cena.

Rápidamente mi expresión se volvió sombría, eso sin duda no era nada bueno. Quizás su intención era envenenar la comida y acabar conmigo de una buena vez. Yo me negué rotundamente, que fastidie a alguien más.

Escuché un fuerte golpe que me desconcertó, dos soldados de mi padre ingresaron con violencia y me tomaron del brazo.

-¿Qué creen que hacen? Les pregunté, mientras intentaba deshacerme de sus agarres. Empujé a uno de ellos con todas mis fuerzas y logré darle un fuerte golpe sobre su mentón. Él se avalanzó sobre mí, luego entre ambos me tomaron con mucha fuerza para sacarme a la habitación arrastrando.

Les pedí por favor que se detengan, pero no me escucharon, sentí un fuerte dolor en mi pecho que no pude contener mis lágrimas y lloré a gritos.

Muchas personas se asomaban para ver qué ocurría, incluso el chico que me gusta esta parado en el pasillo viendo cómo la hija del rey es maltratada. Realmente me siento humillada, no quería mostrarme débil ante nadie, pero esto me supera.

Cuando llegamos al salón, los soldados abren la puerta y me dejan en el suelo frente a mi detestable padre y su mujerzuela.

Me quedé un segundo en el suelo para no explotar de la rabia y expresar el dolor que tenía, escuché sus risas mientras intentaba ponerme de pie. Seque mis lágrimas y ni siquiera me atreví a mirarlo a los ojos, los odio.

-Hemos sido muy liberal contigo, era hora de algo de disciplina. Comentó mi cruel padre.

Me acerqué a la mesa y tome asiento, veo a muchos sirvientes a mi alrededor, ni incluso a ellos lo tratan tan mal como a mí.

Tengo un nudo en mi garganta por la ira y el dolor acumulado.

Tomé uno de los platos y empecé a servirme, en silencio mientras siento la mirada de mi madrastra con desaprobación.

Veo que mi padre tiene intenciones de hablar, pero no entiendo por qué da tanta vuelta al asunto.

-¿Qué es lo que has hecho de ti? Preguntó mi madrastra. -¡Tan solo, mírate!

-¡Esto no funcionará! Reprochó a mi padre que estaba sin agregar comentario.

La reina Margaret ordenó retirar mi plato, me dijo que ya era suficiente.

¡¡Que no se te ocurra tocar mi plato!!. Le grité a la muchacha, eso no lo pude soportar.

-¡¡Isabella, compórtate!!. Escuché decir a mi padre.

-¿Qué es lo que quieren de mí?, ¿No fue suficiente con las humillaciones que me han hecho pasar? Al menos déjenme morir feliz.

No pude soportar tanto dolor, empecé a comer todo lo que había en la mesa sin importarle masticar la comida. Luego sentí que me empecé ahogar, mis lágrimas se derramaba.

-¡Detente!. Gritó mi padre, luego sentí un terror al darme cuenta que me estaba ahogando.

-¡Isabella, por favor!. Repitió mi padre, luego se puso de pie, y me dio un fuerte golpe sobre mi espalda. Luego de eso pude liberarme de lo que me estaba ahogando, y seguí llorando con amargura, mi madrastra no soporto el show y se puso de pie para marcharse.

-¡Bueno!, termina de cenar tranquila, yo esperaré aquí a que termines, luego tengo una noticia que te hará muy feliz. Respondió mi padre con incomodidad.

Él me miraba horrorizado, sé que piensa que mi existencia era la prueba de que Dios lo había castigado por todos sus crímenes. Pero yo soy solo otra víctima.

Sequé mis lágrimas, luego corrí mi plato y le dije al rey que ya estaba lista para escucharlo.

-¡Bien!, Isabella… Dijo el padre tratando de componerse nuevamente.

-Ya has cumplido mayoría de edad, es momento de que tu vida cambie de rumbo. Dijo mi padre en un tono amigable que me incomodó.

-¿Qué?...Usted me esta hablando en serio Majestad, le pregunté muy interesada.

Mi padre se quedó en silencio, aun así no puedo creer que este momento haya llegado, ¡estoy tan feliz!… ¡¡¡quiero largarme de aquí cuánto antes!!!...

-Hemos decidido casarse con un príncipe.

-¿Qué? ¿Casarme? Le pregunté a mi padre, incrédula.

-¡Definitivamente no, no puedo hacerlo padre, lo siento!.

-¡Te casarás con el príncipe Alexander y formaremos una alianza te guste o no! Gritó mi padre sin darme otra opción.

Su gritó me removió todo por dentro, me sentí como una niña a la que su padre regaña a voluntad.

-Tan solo mírame padre…mira lo que soy, no puedes pedirme eso.

-No te lo estoy pidiendo Isabella, es una orden de tu rey. Me respondió con frialdad.

Pensé por un momento, si está es una oportunidad de largarme de aquí, no podría ser igual de traumante que vivir bajo el techo de mi padre y su cruel mujer.

Me puse de pie, acepte el trato con una sola condición... llevarme a todos mis sirvientes conmigo.

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