Capítulo 30

Jamás esperé quedar embarazada y menos sentir algo por Elliott dado que todo comenzó por juegos y juegos. No sé si lo amo o lo quiero, pero lo que puedo decir es que mi corazón se acelera cuando lo veo y mi cuerpo se estremece cuando lo tengo cerca.

—¡Hmm…!, no sé cómo comenzar, es estúpido decirlo porque uno comienza desde el inicio y no del final al inicio —me enrede toda y ahora no sé lo que dije—. Perdón, lo que quiero decir es que he visto a mi madre y nuevamente a Elliott—trago grueso al mencionar el nombre de Elliott.

Lo de mi madre tiene que ir de último y me enfurece comportarme como la buena samaritana y decir las palabras suaves, ¡pero con toda la verdad!, aunque me doy cuenta de que toda verdad es dolorosa o buena, según el significado.

—Oh, ya veo, ¿qué le dijiste a él? —pregunta, es evidente

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