Capítulo 55
—Enfermera, si preguntan si he despertado, dígales que desperté pero volví a dormirme —dijo Marisela.

La enfermera la miró, pensando que aquel hombre probablemente ni siquiera preguntaría, pero asintió de todos modos.

Era una habitación individual. Marisela yacía en la cama, mirando fijamente por la ventana.

Quería irse, quería marcharse, alejarse completamente de esa pareja miserable.

Solo quedaban tres días, ¿por qué, por qué seguían atormentándola?

No, en realidad quedaban solo dos días.

Mañana podría irse.

Marisela cerró los ojos. Ya tenía todo preparado, ahora solo quería que el tiempo pasara más rápido.

Al mediodía.

Llegó un visitante inesperado: Aurelio.

—Señora, ¿cómo se encuentra? —preguntó Aurelio, trayendo una cesta de frutas.

—El señor Cárdenas me ha pedido que venga a ver si ha despertado.

Marisela permaneció inexpresiva, sin ganas de responderle. Ahora, la simple mención de Lorenzo la llenaba de odio.

—Si usted se encuentra bien, el señor Cárdenas estará tranquilo. Realme
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