Capítulo 257
—¿De verdad sabes cómo arreglarlo? —le preguntó ella.

Después de verlo operando durante un buen rato, la máquina no mostraba ningún signo de mejoría... Celeste ya dudaba mucho de si este realmente supiera cómo hacerlo.

Mientras hablaba, su cálido aliento rozaba el cuello del hombre, y el cuerpo de Lorenzo se tensó aún más ligeramente, apretando inconscientemente el ratón que tenía en su gran mano.

En ese momento, se escuchó un gruñido proveniente del estómago del hombre. El apuesto rostro del hombre se endureció un poco por la vergüenza...

—¿Tienes hambre?

Celeste le preguntó sin pensarlo.

Al decir eso, se sorprendió a sí misma, pues con la relación que tenían ahora, no era apropiado preguntarle eso.

—Sí, tengo hambre, ¡ve a hacerme de comer!

Lorenzo le respondió fríamente con el ceño fruncido.

Hacía mucho que no probaba la comida que ella preparaba.

—¿Qué?

¿Cocinarle?

Ella pensó que él le diría que se fuera...

La mirada de Lorenzo se enfrió:

—¿Qué pasa? ¿Te molesta tener que hacerme
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