CAPITULO 30

ARIEL

Sus movimientos se acompasan con los míos siguiendo el ritmo de la canción mientras clava su nariz en mi cuello en tanto mis nalgas se mueven sobre su polla dura. Es rica la sensación que no quiero que termine en tanto el cosquilleo en mi entrepierna aumenta.

Se siente muy bien mientras me da besitos que suben la temperatura de mi cuerpo queriendo ir más allá de unos simples movimientos. 

Me giro para quedar cara a cara con el hombre de ojos azules tan intensos como el mar. Lo rodeo moviéndome muy pegadito a su cuerpo. 

—¿Que haces aquí? —le pregunto cerca de su boca —¿me estas siguiendo Michael?

No me molesta si lo hace. Me encanta saber que esta aquí por los motivos que sea.

—Es casualidad encontrarte—toma mi cintura—no estoy siguiéndote no nada por el estilo. 

—No te creo nada—le sus

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