Lizandra
Cuatro personas me miraban esperando una respuesta sobre algo en lo que nunca me había detenido a pensar y solo ahora, con todos ellos mirándome expectantes, me di cuenta de lo aburrida que era mi vida en Gostoso y de cómo nunca había tenido verdaderos momentos de ocio en mis veinte años.
Convencer a las personas de eso quizás no fuera tan fácil, lo pude ver por la expresión de todos, así que decidí no intentarlo. Realmente no me sentía capaz de mostrar este lado triste de mi vida.
— Siempre estaba demasiado ocupada para ir a pasear a la playa — expliqué brevemente — Para ser sincera, ni siquiera me gustan esas cosas.
Siempre intent&e
HeitorLa conversación con Luciano y Afonso estaba resultando aburrida. Una vez más, intentaban convencerme para que trabajara con la agencia que ellos representaban, y una vez más, yo atribuí esa responsabilidad a mi departamento de marketing.— ¿Dónde están Catarina y Bernardo? — preguntó Luciano de repente, escudriñando el área alrededor de la piscina — Estoy seguro de que ella nos podría ayudar en este punto.Dejé escapar una risa contenida. Quizás ellos tuvieran alguna oportunidad con Bernardo, después de todo, él también estudió con nosotros. Pero en cuanto a Catarina, ninguna oportunidad. Ella nunca se metería en algo que no esté dentro de sus responsabilidades en la empresa. Sin embargo, no iba a acabar con las ilusiones de mi amigo de la escuela, así que seguí atento a mi trago, mientras Afonso y Luciano parecían buscar a mi novia.— No los veo por ningún lado — comentó Afonso, intrigado.— Creo que Bernardo salió con mi hermana — sugerí, ya que era bastante probable — Pero n
**Lizandra**Después de hacer una comida rápida, volví a la hamaca en la terraza e intenté entretenerme nuevamente con la lectura, aunque en todo momento mis pensamientos me llevaban lejos, y no me refería a los escenarios fantásticos descritos en el libro. La casa de los Braganza era enorme, así que jamás escucharía cuando todos llegaran de la barbacoa, pero como aún no eran ni siquiera las dos de la tarde, permanecí acostada tranquilamente, hasta que escuché un estruendo muy fuerte.¿Bateron la puerta? Era la única cosa que podría pensar. Rápidamente me levanté de la hamaca y caminé hasta la sala a tiempo de ver a Heitor subiendo las escaleras de dos en dos escalones. Sí, debe estar muy molesto para haber golpeado la puerta de esa forma, pensé. Esperé unos minutos por la entrada de los demás, pero nadie apareció. ¿Heitor volvió solo? Qué raro.Algo sucedió durante el tiempo que Heitor estuvo fuera y aparentemente no había sido nada agradable, deduje. Y en la duda, mejor mantenerse
HeitorA pesar de la fingida timidez de Lizandra, nuestro viaje de regreso a Río fue sorprendentemente agradable. Confieso que estar con Catarina nunca me trajo la misma sensación que la compañía de la chica a mi lado y, incluso en los largos silencios entre un tema y otro, me sentí bastante cómodo solo con sostener su mano.Este tiempo con Lizandra hizo que un detalle despertara aún más mi curiosidad sobre ella. Me di cuenta de que sus manos no eran finas y delicadas como las de Heloísa o Catarina. Eran más gruesas. Diría incluso que un tanto callosas, como si realmente realizara trabajos más pesados.Aun así, aunque estuviera diciendo la verdad sobre haber trabajado durante años como limpiadora en la pos
**Heitor**Dejé a Lizandra en su cuarto, ella no deseaba ver a mi abuelo antes de que yo hablara con él sobre la gran reviravolta que sucedió en Angra. Así que, después de deshacerme de mi propio equipaje, fui a buscar al abuelo y, de manera nada sorprendente, lo encontré en la sala de TV junto a Jaime y Cristina viendo algún reality show.— Veo que todo está bien por aquí.— ¿Ya llegaste? — Abuelo preguntó fingiendo sorpresa, pero estaba atento al televisor — Pensé que volverían mañana.— Mi niño, te echamos de menos aquí — Cristina dijo, viniendo a abrazarme como si hubiera estado fuera un mes, y no solo dos días.
LizandraEstar en la habitación rememorando todo lo que había sucedido en las últimas horas me estaba poniendo los nervios de punta. No podía quedarme quieta, solo pensando en lo sorprendente y maravilloso que había sido todo, al mismo tiempo que me sentía culpable por el fin de la relación entre Catarina y Heitor.El hecho de haber intentado mirar las redes sociales y haber visto una frase que encajaba perfectamente con mi situación actual solo contribuyó a que me sintiera aún peor por todo lo que pasó. La frase decía algo sobre "nadie siendo feliz haciendo infeliz a otra persona". Parece una señal de que estoy yendo por el camino equivocado y que necesito alejarme de Heitor, el pensamiento gritó en mi mente.Antes de qu
**Catarina**Era lunes y estábamos volviendo en helicóptero a Río. Bernardo y yo habíamos pospuesto al máximo ese momento, especialmente después de confirmar que Heitor había llegado bien a su casa. Yo misma había confirmado esa información con el señor Vicente ayer por la tarde.Además de todo lo que nos esperaba en casa, también habíamos enfrentado otro problema: Fue realmente complicado explicarle a Heloísa el motivo por el cual Heitor partió repentinamente de Angra sin revelar la verdadera razón, pero terminó conformándose con la excusa de una discusión de pareja. Por más que todo indicara que Heitor iba a exponer a todos el verdadero motivo de nuestra pelea, al final, no le dejó nada a la imaginación, todav&iacut
**Heitor**Como siempre sucede en días de reunión del consejo de dirección, mi abuelo salió de la enorme sala de conferencias con la intención de ir a las oficinas de algunos colaboradores más cercanos, personas a las que admira y tiene aprecio personal. Entre ellas están Bernardo y Catarina.No me molestó saber esto, al contrario. Iba a hablar con Catarina y espero sinceramente que Catarina escuche primero lo que el abuelo tiene que decir y no exponga lo que realmente sucedió ayer en la casa de los Mendonça. Sé que es una actitud cobarde de mi parte esperar que otras personas hagan lo que debo hacer yo mismo, pero solo estoy siendo recíproco al devolver cobardía con cobardía. ¿Catarina no tuvo el valor de contarme la verdad a mí, su novio de dos años?
LizandraAntes de abrir la puerta ya sabía que se trataba de Heitor. Era intuitivo. Siempre ocurre cuando él está cerca, una palpitación alarmante y una extraña ansiedad. Así que no me sorprendí al verlo cuando abrí la puerta. Pero mi corazón parece estar en la garganta.— ¿Puedo entrar?Miré alrededor del cuarto y dudé.— ¿Qué te parece si hablamos en la sala? — sugerí, insegura — Estoy cansada de estar en el cuarto.Esa excusa debió sonar muy tonta a los oídos de Heitor, pero no me parecía una buena idea quedarme sola con él, y menos en un cuarto. Al menos no ahora, cuando a&ua