Sin explicación

Heitor

Al ver a Lizandra caminar apresurada hacia la salida del restaurante junto con Heloísa y el idiota que estaba cenando con ellas, llegué a creer que no lograría poner a Lizandra y Lourdes Heeren frente a frente. Pero, afortunadamente, todavía los encontré esperando al aparcacoches que trajera el coche en el que estaban y sonreí satisfecho al invitar a mis clientes a conocer a algunas personas especiales.

Como imaginé, Dann y su esposa atendieron prontamente a mi invitación y ahora Lizandra y Lourdes estaban cara a cara. Sin embargo, ahora no hay más dudas y ellas claramente parecen realmente no conocerse, pensé con desánimo. No es posible que las dos estuvieran fingiendo de manera tan convincente, como tampoco tenía sentido. Al menos eso fue lo que pens&eacut

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