Gratitud

Lizandra

La vida en la casa de los Braganza es muy diferente a lo que estoy acostumbrada, sobre todo porque siempre que no estaba en la escuela, estaba ayudando a tía Lucrécia en la posada, de una forma u otra. Al principio, con tareas más simples, que no requerían esfuerzo físico, que luego se convirtieron en el trabajo más pesado de limpieza.

Como siempre trabajé en la posada, sentía que de alguna manera estaba devolviendo todo lo que tía Lucrécia había hecho por mí, muy diferente al momento actual, en el que me sentía incómoda por simplemente descansar mientras otras personas atendían todas mis necesidades. Intenté ofrecer ayuda de alguna forma cuando fui a la cocina, pero los empleados que estaban allí me miraron con verdadero

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